martes, 26 de agosto de 2008

ESPERANDO UN HIJO / para la Chica y Fer.


¡Mira aquella nube gris!...mira, mira como cambia de forma…!ahora parece un elefante enfadado!....¿y ahora…?....sí… un caballito con alas…los caballos con alas se llaman “Pegaso”.
¡Que bonito!...mira…es una bandada de gaviotas blancas…!no!, son ovejitas pastando en un prado azul…
¡Que bonito mama!. En tu cielo solo hay animalitos maravillosos…!que buena eres!.

Aquellas ilusiones, que a veces le parecían impropias y casi ajenas por el temor a que su fantasía no se realizan y sus anhelos solo fuesen sueños imposibles, se convirtieron en nube gris –casi blanca-, que rodando rodando por medio de la celeste nada, se hacían realidad a cada mirada, a cada chasquido de corazón…porque su corazón no latía…chasqueaba como antiguamente los mecheros de piedra negra y mecha anaranjada. Espera con impaciencia una carta, quizás dentro una leve reseña con unos datos y un nombre casi impronunciable….y una foto, sí, una foto con el rostro de un niño -o una niña- de ojos grandes, ojos como luceros mañaneros, de pelo negro tan rizado que los peines convencionales de púas redondeadas serían inútiles para domesticarlos y hacer con ellos un paisaje tornasolado; un rostro moreno, muy moreno tanto como el poema que escribe el día en el horizonte antes de apagarse y hacerse noche, un rostro con una sonrisa espléndida, abierta al futuro, soñadora de hadas y duendes desconocidos, una sonrisa de flor de selva, una sonrisa de gota de agua.
La carta pronto llegará y sentirá en su interior un vuelco, un nerviosismo de catarata, un roce de pluma…y sus ojos verá como las nubes redondas y bailonas dibujan ese rostro que en la foto de la ansiada carta esta diciéndole: ¡quiéreme..quiéreme…yo soy tu hijo/a!.

Fernando…mira aquella nube gris…¿tu crees que en Etiopia las nubes también dibujaran elefantes y caballitos con alas?...!ójala que nuestro niño/a este mirando estas nubes y juegue a imaginar en ellas nuestras caras!