martes, 28 de octubre de 2008

¿DONDE NACEN LAS SONRISAS?

Hace algún tiempo vi en lo alto, en lo más alto del azul del cielo, como una una nube jugaba a convertirse en caracola, parecía retorcerse una y otra vez, estirarse, comprimirse... era un juego divertido y sorprendente, parecía como si no le importase que mis ojos, y los de quien sabe cuanta gente más, la observaran en su danza y contoneos; era como si de pronto hubiese decidido dejar de ser nube para convertirse en caracola, en cáscara de la sal marina, en la cajita mágica donde se guardan las canciones del mar, en suspiro de olas que arrastra escamas de cien colores robadas a las colas de las sirenas cantarinas.
Aquella nube me hizo caer en la cuenta, que sin ser cociente de ello, estaba sonriendo, había sabido dibujar una sonrisa que, seguramente, hacia rato que permanecía en mi rostro, seguro que durante todo el tiempo en que aquella nube había estado brincando delante del azul tornasol del cielo. Fue entones cuando me pregunte, sin ser muy consciente de ello, el porque de aquella sonrisa, y me di cuenta que había nacido espontáneamente, por casualidad, o porque el espectáculo de aquella nube desvergonzada me la había arrancado del sitio de donde nacen las sonrisas.

Por un momento sentí una especie de vergüenza, parecida a esa vergüenza que conocemos como "ajena", que devolvió a mi rostro el gesto propio de la seriedad, de la compostura normal del que ni esta alegre ni esta triste...por un momento me resistí a creer que una simple nube soñadora de caracolas hubiese provocado en mi esa reacción expontanea de la sonrisa, y encima sin ser consciente de ello.

Cerré los ojos, los abrí, los volvía a cerrar y, en ese trance, comprendí que mi comportamiento era el "normal" en cualquier persona... fué entonces cuando dentro de mí nació otro pensamiento, un pensamiento de reproche para conmigo mismo, una sensación de sentirme estúpido por querer poner límites y fronteras a la espontaneidad. !Seré estúpido!...lo estaba pasando bien, aquella nube me había hecho feliz, me había arrancado un trocito de alegría, había posibilitado que mi contento se reflejase en mi cara...(el espejo del alma).

!Seré estúpido"...encima sentía vergüenza por ello, sentía que debía corregir aquella placentera sensación y asumirla como un desliz, como un descuido...!seré estúpido!...la sinrazón de querer aparentar compostura había puesto límites a mi felicidad...

La nube continuaba retorciéndose, girando sobre sí misma...haciéndose caracola para dar envidia a las que en el fondo del azul del mar soñaban con ser arrastrada por alguna ola salada y sentir el azul del cielo...

Me gustaría que cualquier tarde de estas, o cualquier mañana, sobre el horizonte apareciera nuevamente aquella nube bailarina...porque seguro que entonces no dejaría de sonreir hasta que esa sensación de felicidad borrase de mi interior las fronteras y los límites de sentirme estúpido.