viernes, 23 de enero de 2009

DETRAS DE LA SOMBRA


Antes de nada agradecer a los lectores de este blog la deferencia de mandarme sus comentarios mediante e-mail. Esta última entrada ha sido muy comentada, así que mi agradecimiento en general a los que habéis querido aportar vuestro sentir y pensar…la verdad es que ha habido casi tantos puntos de vistas como comentarios, todos son válidos, todos tienen “su aquel” que los hace ser como son; quiero destacar un comentario llegado de Málaga, mas que un comentario una confesión prudente de una persona a la que me siento muy unido, un comentario que me pregunta sobre que pasa cuando se pierde la sombra, que sucede cuando nuestro otro yo deja de estar presente…sin duda, una posibilidad que nos conduce a un ejercicio de reflexión, de seria meditación para encontrar respuestas acertadas, o al menos, intentar comprendernos, cuando por una causa u otra, nos sentimos incompletos.

DETRÁS DE LA SOMBRA.

Miro hacia abajo y no me veo, miro hacia arriba y no me encuentro…dejo de mirarme y por un momento me presiento, solo me presiento; es como cuando después de subir una escaleras de mi peldaños nos echamos las manos al pecho intentando calmar los latidos que parecen escapar por nuestra garganta… nos ahogan, nos asfixian, dejamos de sentir las piernas…solo somos conscientes del sofocado jadeo que nos enturbia. Es como cuando creemos que nuestra sombra cansada de ser tan nuestra, harta de tanta posesión, empachada de tanta luz, nos deja. Se va, se aleja…y lo peor de todo es que no somos consciente de ello cuando se está yendo, cuando se está alejando… somos tan inútiles y estamos tan centrados en nosotros mismos que eso que se llama egoísmo impide que nos demos cuenta de lo que está pasando.
Nuestra sombra se ha ido, se ha marchado…¿seguro?... ¿la hemos buscado bien?...¿hemos mirado detrás de su sombra?...Sí, detrás de la sombra de la sombra…¿o es que nuestra sombra no puede tener sombra?... quizás no la veamos…porque la sombra de la sombra solo se ven con los ojos del corazón…con esos mismos ojos con los que hemos mirado, sentido y valorado que lo que tenemos en frente se lo merece todo…y se lo damos todo…nos despojamos hasta de nuestra sombra…nos desvivimos por esa persona, por esos momentos, por esos instantes… nos olvidamos de nosotros y pasamos a sentirnos parte de alguien, de algo… y creemos que perdemos la sombra…pero no es así. Nuestra sombra y la sombra de nuestra sombra, al igual que nos sucede a nosotros, se funde, se suma, se hacen parte de la sombra de esa persona, de esos momentos, de esos instantes… se transforman y no sabemos distinguirla pero está ahí, cumpliendo nuestra voluntad, siendo –como nosotros- miga de pan.