jueves, 4 de febrero de 2010

UNA VISITA INESPERADA (alucinaciones laborales tan reales como la vida misma)



Llamé a la puerta repetidas veces; intuí que en aquella vivienda en una tercera planta sin ascensor, había alguien que no quería, o no podía, descorrer el cerrojillo... escuche algún ruido que me hizo suponer esa situación. Dos días más tarde, a la misma hora, volví a intentarlo, la puerta de acceso al bloque de viviendas estaba, como la vez anterior, abierta; subí la estrecha escalera: zócalo pintado en gris y peldaños de losetas rojas... olí la humedad que se dejaba ver en los repechos de los escalones, en los rincones del techo encalado que amarilleaba como la yema de los dedos de los fumadores. Al llegar al tercer rellano respiré profundamente, era como si esperara una sorpresa, como si temiera que el timbre se hubiese quedado ronco, sin sonido sin el carraspeo ordinario y estridente propio de los timbres antiguos.
Mejor no dudar, llamé: dos timbrazos largos...esperé, tres timbrazos cada uno un poco mas largo que el anterior. Esperé y volví a sentir la misma sensación que en mi primera visita: tras de la puerta había alguien, casi imaginaba -escuchaba- su respiración.
De pronto me llené de impaciencia al comprobar que la puerta comenzaba abrirse; chirrió con levedad, como cuando no queremos ser sorprendido por nadie si estamos abriendo el cajón del mueble-bar. Una vez que la puerta estaba abierta, su imagen al trasluz, se semejaba a la sombra que deja el rastro de la niebla, esa sensación de frió y tristeza que recorre el cuerpo sin saber porqué es la que sentí al mirar a aquella mujer.
Mujer anciana, mayor, el expediente delataba la fecha de su nacimiento, 1927, su estado civil, viuda, su número de D.N.I, el de la Seguridad Social y muchas más datos, que en la mayoría de las ocasiones no sirven de nada... Como iba diciendo, su imagen al trasluz no dejaba duda de que algo no estaba bien o no estaba en su lugar... al cabo de unos segundos aquella imagen se fue aclarando, las formas, los límites, los colores fueron tomando cuerpo de tal manera que la retina ya percibía aquella realidad tal cual. Estaba en camisón, sin bata en la mañana fría de enero, calzaba unas zapatillas de paño a cuadros rosas y azules, su pelo escaso, le caía a greñas sobre la cara, cubría parcialmente el rostro como queriendo ocultar la vergüenza o la indecisión de abrir la puerta. Pregunte si era la persona que estaba buscando... Antes de contestar dijo:
!Ah..perdone, he abierto pensando que era mi hija...que se habría olvidado las llave!.

Volví a preguntar al objeto de identificar a la persona...
- Sí, soy yo.

Me identifiqué y expliqué el motivo de mi visita. No estoy seguro que me entendiera o que comprendiera quien era y a que iba a su domicilio, pero dí por hecho que sí.
-¿Ley de "independencia"...? ¿Y, eso que es?... Yo no sé, yo no sé lo que habrá solicitado mi hija...¿Porque no vuelve cuando esté ella en casa?
Intenté explicarle que la solicitud estaba formalizada y firmada por ella y que su hija podía dar su opinión pero no decidir sobre el recurso o servicio que podría prestarsele; que ella era una persona dependiente y necesitaba ayuda y atenciones para hacer una vida lo más normal posible...Disimuló con su mirada y con su gesto, dándole a entender que estaba de acuerdo y que comprendía lo que yo le explicaba.
- No te digo que pases porque tengo todo desordenado y es últimamente no me encuentro bien y sin ganas de ordenar las cosas.
Una pregunta me asaltó como queriendo salir de mi boca a borbotones, logré contener aquel impulso y decidir preguntar lo que el instinto me ordenaba pero suavizando lo más posible la expresión, el tono y el gesto al realizar aquella pregunta. "¿Desde cuando no come usted?. Silencio, silencio...más silencio...sí, el silencio parecía invitarme a lanzar de nuevo la pregunta... ¿se había sentido ofendida?, o quizás el silencio era porque deseaba que nuevamente le preguntarse y así tener una excusa, un argumento, para contestar o simplemente encojerse de hombros?... !No sé!, pero no se lo pregunté nuevamente. En ese momento de dudas fue cuando la puerta de la vivienda contigua se abrió, fue como cuando se abre una caja de cartón de un tirón, como cuando tenemos prisa y queremos abrir -o cerrar- una ventana, lo cierto es que se abrió con tanta urgencia que antes de estar totalmente abierta ya se escuchó:
-!Sí, eso, eso... que le diga desde cuando no come!, !Ten hijos para esto!, !no tienen vergüenza...mire bien como tienen a su madre!.
Era la vecina, su indignación rayaba en una sobreactuación de mal actor: su indignación era tan ajena que ella, sin medir las consecuencias, la había convertido en propia...jugaba, actuaba, se posicionaba como reivindicadora de los derechos de su vecina.
- Ella es viuda, tiene dos hijas y tres hijos varones, que solo vienen a últimos y a principio de mes...en fin... cuando saben que ha cobrado la pensión , y, el resto del mes se desentienden por completo...!mire, mire como tiene el piso!...y es que ella esta todo el día en la cama o en el sillón...hay días en los que me asusto y pienso en lo peor porque no oigo ruidos, ni entrar ni salir nadie... un día de estos se la van a encontrar... !ya me entiende!.
Aquel mal augurio, por otro lado dentro de la lógica de lo probable, sacudió mi mano y el bolígrafo rodó por los escalones....

....puede que continue....ahora tengo que dejarlo, pero hay elemento que pueden llevarnos a alguna reflexión...¿vedad?