miércoles, 9 de junio de 2010

"POR UN MUNDO MEJOR"



Nacieron marcados por el amor. En su antebrazo tenían tatuada la rosa de los vientos, otros la rosa del desierto, otros el pico de un ruiseñor. Detrás de su apariencia , vestida de cotidianidad, se escondía sigilosa y a la vez temerosa, la ternura y alguna lágrima por derramar, el capricho de el sol de medianoche les hacia cosquillas en las plantas de sus pies. Las madres, sus madres, tejedoras de misterios y de sueños de lunas, sus madres, con frecuencia los encontraban llorando por un pájaro muerto, y lo peor, y más tarde,al filo de las orillas de las tardes de verano, también los encontraron a muchos muertos como pájaros.
Estos seres, que eran mitad humano mitad fantasía, cohabitaron con mujeres trasparentes de largas melenas azules, y las dejaron preñadas de miel y de hijos bendecidos por el único dios... el de los inviernos de caricias y de agua bendita.

Fue así como proliferaron en el mundo los portadores sueños, estos, eran atacados ferozmente por los portadores de profecías habladoras de catástrofes.Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías dijeron que sus palabras eran viejas y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso es antigua y ya, casi ajenas, al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían y de vez en cuando lanzaban sus ejércitos de hipocresía contra ellos, pero los portadores de sueños todas las noches hacían el amor y seguían haciendo brotar sus semillas del vientre de las portadoras de los sueños, de las iluminadas sombras que los multiplicaban y los hacían correr, volar,...y hablar al oído de los millones de indecisos, de los miles de necios, de los cientos de desilusionados, de los pocos esperanzados...de, de todos los que se prestaban a escucharlos.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida como también había engendrado a los que inventaron la manera de apagar el sol.
Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos, a las nieves de invierno, a las sombras de hielo de las noches de otoño... pero en los climas cálidos casi parecían brotar por generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales tuvieron algo que ver con esto, la verdad es que como laboriosas hormiguillas no dejaban de soñar y de construir hermosos mundos, mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compañeros y amigos, que se besaban en los labios sin rubor, que unían sus manos para compartir el agua y el trigo, que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes y en las resurrecciones, se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar de polen dulce y de viento curioso y viajero, de todas partes venían a impregnarse de su aliento, de sus claras miradas, hacia todas partes salían los que habían conocido portando sueños... soñando con profecías nuevas que hablaban de tiempos de mariposas silenciosas y ruiseñores cantarines y de que el mundo no tendría que terminar en la “z” del abecedario... que tenía que ser como la nota musicas “si”... que da nuevamente la posibilidad de volver al “do”.

Los científicos y los listos de todas las listas se apresuraban en diseñar puentes, jardines, juguetes sorprendentes para hacer más gozosa y menos aburrida la felicidad del hombre.

Los portadores de sueños conocían su poder, por eso no se extrañaban, también sabían que la vida los había engendrado para protegerse de la muerte que anuncian las profecías y por eso defendían su vida aún con la muerte, pero antes se debían cultivar jardines de sueños y los exportar, atados con grandes lazos de colores, las ilusiones que día a día les brotaba en sus manos.

Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros vigilando los pasajes y los caminos buscando estos peligrosos cargamentos que nunca lograban atrapar, porque el que no tiene ojos para soñar no ve su futuro ni de día, ni de noche.

En el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte; por doquier hay paquetes con grandes lazos que sólo esta nueva raza de hombres puede desatar y liberar la semilla de estos sueños, no se pueden detectar porque va envueltos en rojos corazones, que solo se dedican a amar, en amplios vestidos que disimulan la proximidad de la maternidad, escondiendo, a todo peligro, piececitos soñadores alborotadores de los vientres que los albergan.

Dicen que la tierra, la nuestra, después de parirlos, se vistió con un cielo azul, sujeto a las montañas y a los valles con arco iris, que la tierra dejó de girar hasta que un sopló de fecundidad ató a las raíces de los árboles. Nosotros, los humanos indefensos, sólo sabemos que los hemos visto en sueños, sabemos que la vida y los dioses los engendraron para protegernos de la muerte que anuncian las profecías de los que no saben o no quieren soñar un un futuro mejor.