lunes, 6 de junio de 2011

LAS GUINDAS DE LAS HUERTAS.




Un fin de semana más vuelvo a mis orígenes.

La rivera fluye constante, cantarina...marcando el eco de antiguos manantiales, soñando con norias que giran y giran... como si en su interior oscuro y hondo fabricasen el agua.

Las huertas en Junio son distintas, son como jardines que comienzan a rebosar olores y colores... las huertas en Junio son un hilo verde en la inmensidad del amarillo rastrojo. Un hilo verde en las fronteras de las grises pizarras, las huertas en Junio se visten de lunares rojos...entre el verde asoman el carmesí brillante de las guindas. Las guindas que hacen que su árbol se transforme en arbolito de navidad a destiempo... los guindos en fila, a la orilla del “cau”, los guindos soldados verdes con condecoraciones rojas, los guindo que hoy he visto están heridos de muerte, los mata poco a poco las zarzas y el olvido... las zarzas que enredan y aprisionan su verde, que asfixian su frescor... el olvido de los dueños de las huerta que ya no los cuidan, que ni los talan ni los curan para que la resina, que es su sangre, no salgan de sus venas de madera...Los guindos son los mismos que hace una década cuando sus dueños soñaban con una explotación que transformaría el entorno y que prometía riqueza y progreso...Se levantó incluso una nave...una nave que no se sabe bien quien es su dueño, otros esqueleto más fuera del cementerio...

Hoy me imaginaba a mi abuelo, con el escardillo en la mano, revisando el cauce del cau, poniendo aquí una piedra y allí otra... haciendo que “quebraero” estuviera bien cerrado... imaginaba su carro, hoy esqueleto de madera y amasijo desvencijado de hierro, volviendo por el camino del anaón cargado de paja... Hoy me imaginaba al Sr. Fulgencio y siento la humedad de una furtiva lágrima manando entre mi pupila y mi alma. Niñez espléndida...!Cuidado con la Cantamora!.. a la noria no se puede ir nunca solo...y ve sonando los cubos de zinc por el camino... así, si hay alguna culebra, se espanta y se va...como me asustaba aquello... y mi abuela Matilde lo sabía... le gustaba mirarme a la cara e intuir mi miedo, eso le daba la seguridad de que solo no iría a la noria.

Las huertas, las guindas, el cau...las higueras cargadas de brevas aún verdes... y por la casa de arriba de Paco Sopa se dibuja contra el horizonte la silueta de “María la Loba”. Otro recuerdo de gratitud y de cariño... Siempre de prisa... tiene que ir a blanquear a la casa de no se que familia rica del pueblo, por la tarde volverá con su canasto a su casa, allí al regajo de Pedro Cobo... donde hoy es desolación de aves negras y alguna pareja de solitarias cigüeñas...La rivera en Junio...las guindas en el árbol y los pájaros comiéndoselas... ya no es rentable ponerse el delantal, anudarlo a la cintura y pasar calor cogiéndolas.