No es fácil sentir el
dolor en el alma cuando sientes, también, que se escapan las mariposas invisibles que llevamos escondidas entre las costuras de nuestros bolsillos. Es cuando el aire, la vida que respira, tu aire y el mio, se
hace cuerda y cola de cometa temblona que, adornada con lazos de colores, en tardes de playas sueña con soltarse y convertirse en trozo azul de cielo o de mar. No es fácil caer en la cuenta que colores y dolores caminan juntos, casi amarrados de pies y manos, en el momento
en el que intentamos convertir nuestras ausencias en presencias, cuando nos planteamos esa pregunta de angustia y que ahoga al alma... "si yo hubiese.... " y que justifican, casi siempre sin quererlo, esas ausencias que siempre
se visten de agravios, de insultos, de indiferencias, de miradas rojas o de silencios tan largos e inexplicables que más que ausencia terminan siendo aguijones turbios que una vez clavados en la piel del alma son capaces de
remover los misterios y hasta el olor de
nuestra propia sangre. Es cuando llegan las lagrimas y con ellas una leve paz que te tiñe de sueño a veces y a veces de miedo.
Que fácil es sentir el dolor
del tiempo cuando de las manos cuelgan tardes de lluvia y noches de niebla, y hasta una fugaz mirada de ojos cómplices que sin querer miran y miran sin ver nada. Hay momentos en los que se va la vida mirando al mar,
oliendo la sal de los recuerdos que vienen y van, que crecen y menguan como las
lunas locas que le quitan el sueño a la noche y se empeñan en eclipsar las
tormentas de los enamorados. Es la magia del tiempo preñada de palabras
escritas, palabras tantas veces recubiertas por emociones vagabundas que
recorrieron solitarios caminos y, al final sólo son una hilera de hormigas, que
bien puestas, se disfrazan de inspirada prosa o de humilde poesía. No dejes de escribir.
Me dejo herir por el dolor cuando
se hace sicario del silencio, y el silencio cómplice de las distancias... del amor al odio no hay un paso, hay una distancia que se ahoga en sufrimiento, en soledad, en el dolor de la caracola cuando queda varada en arenas sin sabor ni olor a sal. la distancia que sin darse cuenta se preña de miedos y en sensaciones que el alma hasta ese momento desconoce… Retumban las lágrimas inseguras, las lágrimas calladas, las lágrimas de agua, porque el equilibrio entre el dolor y las
mariposas que continúan saliendo de tus bolsillos se torna en paseo imposible del equilibrista por el alambre.
No soy el Dalí del
lenguaje, ni sueño con ello, sé que aquellas mariposas, las que
descubrimos en nuestros bolsillos y fueron aire en la cometa, seguirán volando siempre,
y aunque no las veo, y ni tu tampoco, ni nadie acaricie sus
colores, permanecerán batiendo alas por encima de los dolores y los silencios:
esos silencios nacidos de juntar las promesas calladas. Algún día, quizás,
cuando se rompan los hechizos, las mariposas de colores se tornarán elefantes blancos de largas patas,
en cruces con Cristos perdidos en el horizonte, en retratos de cisnes que huyen
de Gala y se escapan de los cuadros para perseguir futuros
imperfectos de relatos y poemas… seguiré con las manos mojadas de lluvia escribiendo el último verso de un
poema mientras en mi corazón susurran los recuerdos cien nombres entre los que esta el tuyo volando en esa imaginaria cometa adornada con lazos de espuma de mar.