jueves, 4 de mayo de 2017

CARTA DE AMOR A MI MADRE.

Se acerca el día de la madre y como cada año hago publico algún escrito dirigido y dedicado a la mía. Hace siete años que se hizo luz y caricia de Angel... A mi me sigue iluminando y alguna vez, cuando menos lo espero, siento sus dedos acariciando mis manos.

Mi querida madre:

Desátame las manos, quiero cortar amapolas rojas y pintar con su sangre cada uno de los besos que guardados entre los labios, siendo tuyos, no pude darte. Son besos rojos, besos que  tan rojo que te van a doler cuando lleguen a  tu blanca carne.

Desátame las manos madre. ¿No ves que si no será la luna quien me rodee con su manto blanco y sentiré miedo?... La luna es una  mujer muerta, con ella sueñan mis sueños en las noches frías de Agosto. Me dá miedo.  La luna es una flor marchita porque las estrellas se olvidaron de regarla con agua de la vida. Me da miedo porque cuando la luna me habla , susurrando con voz de aire, me cuenta que tú no dejas de mirarme desde la ventana que el cielo te regaló cuando te llevó y cambiaste de casa y de vida.

Desátame las manos, corta el hilo de oro y música con que cosiste mis recuerdos a la angustia de no tenerte. Desátame y deja que las amapolas rojas que corté para ti vuelen hasta tu cielo y rodeen ese corazón que  sé que me ama.

Hoy, igual que ayer y que seguramente mañana, te echo de menos. Gira el tiempo en el agua de la ribera, en las hojas nerviosas de los chopos, en el canto mañanero del ruiseñor... Giran los recuerdos y las emociones que compartimos sentados bajo la morera en las noches de verano. Me estremecen aquellas historias,  los recuerdos de las personas queridas, las anécdotas de cuando tu eras joven o yo un niño... Te extraño cuando la tarde se hace noche y la noche día, y la madrugada  huele a hoja de laurel y cáscara de limón verde, cuando suena el agua de la ribera a serenata y parece que le contesta cantando el  tuno jilguero desde su nido entre las ramas altas del manzano. Tu recuerdo es de guinda en aguardiente, de canela y arroz con leche, de natillas con galleta redonda, de mermelada de pera... Es, es de tantas y tantas cosas...

Madre, lo he pensado mejor… No quiero que me desates. Quiero que el manto blanco de la luna se torne transparente como la voz de aire con la que me asusta cuando susurra a mi oído tu nombre. No me desate porque las amapolas de tan rojas se hacen azules lilas, lilas azules que huelen a ti, madre.

Si, lo he pensado mejor estar cosido al recuerdo de tu cariño me hace grande, me hace sentirte cerca, me hace alcanzar tu cielo y pasar por debajo de tu ventana para que veas que, al igual que tu, yo también te quiero.

                                              Tu hijo Lalo.