lunes, 9 de abril de 2018

Relatillos de PRIMERA, perdón... de PRIMAVERA. (El agua)


El cielo se chorrea por todas partes. Al norte, detrás de la sierra, es tan gris como la ceniza que se queda sin la brasa y se hace frio polvo de muerto. Gotea como cuando del cordel de la terraza se tiende una bufanda de lana: con gotas gordas, redondas y que al caer al suelo dibujan lunares todos iguales. Por el sur, por delante del valle, la nube es del color "panzaburra" * y suelta el agua mas dispersa, casi sin ganas. Cae inclinada porque el viento entra y sale abriéndole y cerrándole los camino. Es un agua, que ya desde la altura, se deja caer para hacerse riachuelo que da de beber al rio que atraviesa el valle como un cuchillo de agua.

Cuando las nubes preñadas llegan del Este o del Oeste, se retuercen sobre si como una inmensa culebra de humo que flota entre la tierra y la nada, que se come a si misma y se ondula como si nadase entre la luz y la sombra, entre lo alto y lo bajo, y van, puntada a puntada, bordando con hilos de agua paisajes de primavera, y en las manos sudorosas del hortelano deja pintado el brillo del cansancio. Las nubes son ciegas, tan ciegas como la música que hace el agua cuando cae sobre agua, y este agua, se vierte, gotea, se rezuma o en vez de lloverse mana, brota, fluye en fuentes y manantiales, en ojos tristes o en almas que se ahogan en si mismas. Sale por los poros abiertos de la tierra que sin agua deja de ser lo que es para ser  sed y pobreza. El agua predica con palabras trasparentes y en los sueños turbios grita para despertarnos de pesadillas y ensoñaciones que no zambullen y nos dan "ajogaillas" que, de tan azules, nos duelen en el pecho y en el corazón. El agua, lengua de miedo que lame, inunda, arrastra y asola cuando cae enfadada. Agua bendita cuando es necesaria para el campo y la vida.


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* "Panzaburra": de color gris claro