martes, 25 de noviembre de 2008

HABLANDO EN SUEÑOS.

Para no dormirme mintiéndome conversé conmigo una vez más. Es uno de esos momentos en los que no se puede imaginar un mundo más grande que una canica en la palma de la mano. No sé porque comencé a pensar en los pies, que nos arrastran y nos llevan… ¡son tan grandes para pasear por un mundo de esferita de cristal!...
Nunca solemos recordar cuál es nuestro último pensamiento antes de dormir, al despertar preferimos recordar el sueño y dejamos a un lado, como si no tuviera valor ese último pensamiento. Yo, intentando conversar conmigo, yo que nunca quise saber de muertes y de planos astrales, de viajes al infinito, de trances mágicos e ilusiones. Yo que sé que el tiempo es una capa que nos cubre goteando, un álbum de cromos incompleto, con lugares y espacios vacíos. Tal vez al comenzar mi dialogo conmigo ya estaba entre sueños. No sé. Yo sólo pensé, sin saberlo, que quizás sea mejor ver las cosas de lejos, separado de la realidad que suele rodearlas, o de espaldas, o a un paso de su costado; así es, en mi opinión, la forma más fácil de ver creer los pensamientos, sí , estando un paso más atrás de ellos.
El mundo es una gran mentira de mapas que no suelen ser ciertos y cuesta recordar, como los sueños y los años, que son la suma de tiempos vividos, cada segundo conversa con nosotros…y tu y yo, sin saberlo, y cuando menos lo esperamos nos atrapan. Los años se pasan porque son eso: una simple suma de tiempo, unos estantes en los que vamos dejando la experiencia vivida y la soñada; se pasan, y quedan allí lejos para que otros los vean de cerca y otros ni tan siquiera eso, solo ven la estantería, la repisa, y no los trocitos de vida que en ella vamos dejando.
Comencé a imaginar mi mundo pequeñito, y las distancias, los silencios, la verdad de los que siempre se callan y dicen, lo relatos breves, los poemas dedicados, la música sin partitura…las sonrisas, las miradas…Pero, amigo lector, la introspección es un país misterioso, tejida con temores, vergüenzas, propios y ajenos, lejanos y próximos…pasados y venideros. Te llena de verbos ausentes, te hace no ver cuando estamos mirando, te colma de cosas inciertas, de tiempos confusos, de verdades a medias, de orgullos baratos.
Es cuando la memoria te resulta atractiva, porque la presientes insistente e imperfecta. Todo esto lo sientes en el momento justo en que la vigilia se hace sueño; sé que es el instante en el que la música miente a los sentidos…a los cinco, y la culpa o la inocencia de los momentos que vas a abandonar en la imaginaria estantería se llenan de espejos, de reflejos que al día siguiente serán pasado que si hay que recordar lo haremos después de mil intentos para descifrar la quimera de los sueños.