domingo, 30 de noviembre de 2008

"HIC SUNT SIRENAE" (Aquí están las Sirenas)

Seguramente el mar es uno de los lugares donde se han tejido más leyendas, mitos que lindan entre la realidad y la imaginación, depende de la habilitad narrativa de quien los cuenta o escribe. El mar, tan lejano y tan cercano a la vez, porque el mar está alrededor, si queremos sentirlo lo vamos a notar cerca aunque vivamos en Madrid, en Córdoba o el Cáceres. El mar está presente en nosotros porque al verlo por primera vez, al sentirlo rozando nuestros pies, al dejarnos empañar por su aliento, al empaparnos de su brisa…se queda en nosotros y aunque estemos a mil kilómetros se hace presente en el momento en el que, algunos de nuestros sentidos o cualquiera de nuestros recuerdos se balancea o se desnuda en nuestro yo más íntimo.


Los navegantes de la Europa medieval enumeraban serpientes gigantes, pulpos capaces de devorar barcos y tripulaciones completas, seres fantásticos, entre los que las SIRENAS, ocuparon un lugar preponderante en el imaginario colectivo de esos días. las bitácoras de abordo dan cuenta de la aparición repentina de bellas mujeres que seducían con su voz a toda la tripulación y tenían la extraña característica de ser mitad pez y mitad humano. Al canto de las sirenas se atribuía tan poderoso hechizo que nadie podía sustraerse a su atracción y era la perdición de los navegantes que destrozaban sus barcos contra las escolleras por seguir su voz. Su imagen vive hoy en cuentos y películas infantiles, lienzos de pintores y objetos decorativos que van desde un pisapapeles hasta un alfiler de corbata. Su nombre se ha insertado en el lenguaje corriente para acuñar frases de sentido hecho, como "cuerpo de sirena", para referirse a la mujer de armoniosa figura, o "escuchar cantos de sirena" para aludir a quien oye algo bello aunque de tramposo fundamento.Difícil es dilucidar el verdadero origen de las sirenas. Dejando a un lado a las antiguas sirenas con forma de mujeres-ave, se dice que la primera mujer-pez conocida fue Atargatis, la diosa de la luna, protectora de la fecundidad y el amor. Atargatis, perseguida por Mopsos, se sumergió en el lago Ascalón con su hijo, y se salvó gracias a su cola de pez. Esta leyenda se confunde con la de la diosa siria Derceto, que también se arrojó a las aguas del mismo lago, después de matar a uno de sus sacerdotes y abandonar a la hija de ambos en el desierto. Derceto recibió la cola de pez como símbolo de su pecado, y su hija, criada por las palomas, se convirtió en Semíramis, reina de Babilonia. Hasta en los mapas del Renacimiento podía leerse la frase “Hic sunt sirenae”(Aquí están las sirenas) escrita en medio de las áreas destinadas a los océanos.

Las páginas de muchos otros libros se han nutrido de los seres de las aguas, y las leyendas, como ríos de la memoria de la Humanidad, han permanecido hasta nuestros días. Todos podemos, sí, todos, poner un poco de imaginación y de magia a nuestros días, a nuestras horas de incertidumbre, a nuestra pobreza imaginativa… a nuestras vida, y será entonces cuando el mar nos dibuje en la frente besos de sirenas, cuando una ola salada nos endulce el devenir de los días, cuando la claridad de un destello en el agua nos inunde de luces de colores, cuando en nuestra imaginación sepamos escribir pequeñas historias como esta:

"El mar bravo trajo una sirena a las playas de un pueblo un tanto perdido, olvidado en la polvareda que causa la ausencia total de recuerdos; allí varó. Llegó en una ola brillante, que la empujó con delicadeza, depositándola con sutil belleza en la playa. La ola amaba a la sirena. El mar entero amaba a la sirena.Pasaron los días en aquella playa grisácea y carente de contacto humano, hasta que pasó por allí un joven. Nunca pasaba por allí, no le gustaba lo gris de la playa, pero vaya uno a saber por qué decidió cambiar de ruta. Algunas personas lo llaman destino, yo prefiero decir que es la magia que producen las sirenas. Y en su caminar la miró directamente a los ojos, y desde ese mismo momento no pudo dejar de observarla.Eso es lo más bello de la belleza, que cuando uno se la topa, no puede dejar de observarla; es eterna.Y se quedó ahí horas, días e incluso meses. No se movió ni le dirigió la palabra, sólo miraba a la sirena y la repasaba cuidadosamente de cola a cabeza. Hasta que la sirena comenzó a sentirse observada, y se puso nerviosa.- Oye, ¿qué te pasa? ¿Por qué me miras tanto?- emm...no lo sé, supongo que es porque nunca había visto una sirena.Y la sirena encontró que era un buen argumento y se quedo callada. Permitió que la mirara por unos meses más. Hasta que tanto aburrimiento la mató. Y junto a ella murió su singular belleza. El joven ya no quiso mirar un cadáver de sirena… ya no le parecía hermosa.

Días después el joven entendió todo. No puedes mirar la magia de lejos, tienes que introducirla a tu vida y vivir con ella. No importa cuan absurdo pueda sonar, pero es verdad. Al menos, a mí me ha funcionado".

Y soy muy amigo de la sirena.