martes, 16 de diciembre de 2008

!! LOS REYES MAGOS SI EXISTEN !! (Por cierto, invita a salir de tu casa a ese barbudo y gordo impostor de rojo, es un artificio consumista.)





Acababa de llegar a casa después de un día de trajín y problemas en su trabajo, porque por estas fechas -en navidad- es cuando la gente, quizás intentado aprovecharse de ese mal llamado “espíritu navideño”, más acude al Centro de Servicios Sociales; unos por iniciativa propia para gestionar alguna prestación (casi siempre económica), otros como valedores de los intereses ajenos, esos que por estar en Navidad dan pena y les acongoja el alma... pero el resto del año curiosamente son eso: pobres, transeúntes...emigrantes...desocupados...marginales...(y 200 adjetivos más).

Decía que acababa de llegar de su trabajo cuando su hija, de apenas siete años de edad, se le echó en sus brazos y como todos los días le dio el mejor de los abrazos, sí, un abrazo de esos que al recibirlo te huele a pétalos de rosas blancas, de esos que te hacen dar un suspiro interior que por unos momentos te corta la respiración...un abrazo, dos abrazos....

- ¿Papa?

- Sí, hija, dime....

- Oye, quiero... que me digas la verdad.

- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido del tono casi amenazante con que la niña se dirigió a él.

- Es que... -titubeó...como sin tener claro si debía o no hacer la pregunta que llevaba rodando por su cabecita varios días y varias noches, esa pregunta que la tenía nerviosa y confundida.

- Dime, hija, dime,

- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre se quedó mudo, miró a su hija, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo y una mirada en sus ojos que demandaban una respuesta inmediata.

- Las niñas dicen que los Reyes magos son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de la niña le obligó a cerrar los ojos, a poner toda su sabiduría en orden de manera que las respuestas que diera fueran acertadas...y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?

- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen que no...ya no sé que pensar ni que creer.

- Mira, hija, efectivamente, los Reyes Magos son los padres, si, somos los padres los que ponemos a nuestros hijos los regalos pero...

- ¿Entonces es verdad? - Interrumpió la niña sin dejar al padre proseguir en su explicación. Y allí estaba la niña con los ojos humedecidos, mirando fijamente a su padre y diciendo: ¡Me has engañado!

- No, mira, nunca te he engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos las mejillas de la niña por donde dos lágrimas parecían resbalar como en un tobogán tierno y sonrosado.

- Entonces no lo entiendo papá.

- Siéntate aquí a mi lado y escucha esta historia que te voy a contar, porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras la niña se acurrucaba a su lado ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

- Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal de Belén para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo.

- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil realizarla. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo..

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:

- Es verdad, sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder en una noche recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. ....!Pero sería tan bonito!.

Los tres Reyes se pusieron tristes al pensar que no podían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió, y en ese momento la mamá de Jesús, La Virgen María y San José se miraron sonriendo y la estrella que a los Magos venía guiando entró en el portal y sin saber como aquella luz brillante azul y transparente se convirtió en música, en canción, en poesía y en palabras que decían:

- Sois buenos, queridos Reyes Magos. Voy a ayudaros a realizar ese hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

- ¡Oh...!, Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño, para que así pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos... pero no tenemos tantos pajes... no existen tantos.

- No os preocupéis por eso -dijo la luz maravillosa-. Yo os voy a dar, no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -preguntaron los Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.

- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? - les preguntó la luz azul-

- Sí, claro, eso es fundamental – dijeron convencidos los Reyes Magos.

- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que aquella luz transparente estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban regalos, Yo la estrella de Oriente, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte den a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de la niña hubo terminado de contar esta historia, ella se levantó y dando un beso a su padres, con voz entrecortada que sonaba a violín desafinado, dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me quieres y que no me has engañado.

Corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con el mejor de sus dibujos en la mano mientras decía:

- No sé si te gustará este regalo, pero para el año que viene te prometo que tendrás uno mas grande y con más colores.

Y padre e hija se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el cielo, los tres Reyes Magos sonreían satisfecho al pensar que padre e hija habían compartido el mejor de los regalos.