Renacido, reinventado... ausente, aún de las telas de araña que de esquina en esquina y de semáforo en semáforo, tejen los mal nacidos, esos que soñaron con despertar y abrazar el destino que su sueño le desveló a la luz de la noche. Tristeza, no de amor, tristeza el escuchar las rosas blancas palidecer, al ver el arco iris tatuado en la frente de niños que no crecen... de la raíz del árbol despojado de verde, esqueleto de madera que termina siendo la leña que alimenta al fuego de más tristeza.
Vuelan las hadas, bailan las medusas en el agua envidiando la fortaleza de las caracolas... ahogo entre las palmas de las manos ese sentimiento de pena y desconsuelo que lucha por escapar al aire, por fundirse con la carne y asaltar la sangre de mis venas. Melancolía que deja su poso espeso y aspero en versos de nuevos poetas, nostalgia que se torno desdicha antes de soñar con ser nota triste en tecla negra de piano.
Renacido, reinventado... ausente pero conforme conmigo mismo.