jueves, 4 de noviembre de 2010

De corazón.

Mi ausencia ha sido larga, demasiado larga según le ha parecido a alguno de mis amigos/as, pero ya se sabe, en las cosas del corazón hay que dejar que el tiempo reorganice ese universo invisible que todos llevamos dentro que es el que nos mueve.

No, no penséis que tengo el "corazón partido por un asunto de amores", no es así, por suerte en ese tema mi corazón parece una estrella de un árbol de navidad: brillante, brillante. Me vengo a referir a la ausencia definitiva de seres queridos… la perdida de mi madre ha dejado en mi corazón un profundo hueco, una tormenta de silencio y un manojos de rosas amarillas con espinas.

Y, cuando ese hueco comenzaba a llenarse con ilusiones futuras, cuando la tormenta de silencio se disipaba sobre mi cielo cada vez más azul y los manojos de rosas amarillas dejaban de ser signo de sufrimiento y desasosiego….!Zas!... mi corazón amenaza con quebrarse como un cristal, como el cristal del jarrón donde se marchitaban la rosas amarillas, como el cristal que deja el rayo sobre el cielo antes de hacerse trueno, como el cristal invisible del hueco profundo del pozo sin fondo donde se esconden las ausencias.

He experimentando como unas manos extrañas, desconocidas, pero cálidas y desinteresadas han hurgado por entre los hilvanes y costuras de mi pecho queriendo encontrar el hilo suelto de mi alma, queriendo atar ese hilito a la vida y haciendo que mi corazón resistiera la embestida de la sangre desbocada por el dolor

Como veis mi ausencia ha estado más que justificada…y como os decía ha sido por causas de corazón.

¡Feliz vida!