jueves, 12 de diciembre de 2013

RELATILLO PARA CHAVELA

CHAVELA PUBLICO EN SU PAGINA DE FACEBOOK:

Cuentan que hace muchos muchos años, el más anciano de la aldea, sabio porque había cumplido más de cuarenta años, que en la aldea todo se legislaba para el pueblo y con el pueblo y que, nunca llegaron a construir una cárcel, no fue necesario, que todos juntos cultivaban la tierra, que era de todos, y muy fértil. Ninguna familia había pasado hambre ni tampoco ninguna se había enriquecido, todos habían construido sus casas, con la ayuda de los demás...Me lo acabo de inventar, confieso, pero ¿a qué sonaba bien?

                                                                                           Y yo le dije que usaría su reflexión para escribir un relatillo....

…La tarde -que tenía un vestido de gasa fría del mismo color que el que usan los ángeles cuando no quieren ser vistos- se quemaba en el horizonte; sus llamaradas no eran ni frías ni calientes, ni altas ni bajas, ni rojas ni azules…Un grito de silencio que hacía que las aves volaran alto y los recuerdos buscaran cobijo en el lado más íntimo del corazón… 
     Así hablaba el anciano del aldea con voz entrecortada, los silencios parecían gotitas de agua, con mirada perdida en aquel horizonte imaginario donde la tarde se hacía crisálida para que la mariposa de la noche encendiera el cielo de luceros y estrellas. Así hablaba a los siete jóvenes, hijos de la aldea dónde, con él, vivían siete veces siete adultos. El anciano no tenía más de cuarenta años, 14.600 días de vida, muchos minutos y casi una infinidad de segundos que le hacían tener la sabiduría en la punta de los dedos, en el filo de la mirada, en el silencio de las palabras o en la huella que su aliento dejaba en el aire. 
     En la aldea, sus siete veces siete habitantes, nunca se habían guiado por leyes escritas, no sabían enumerar capítulos, artículos ni normas, sólo empleaban los números para ordenar los días rojos de un almanaque imaginario que colgaban en la fachada de la casa del más anciano. Cuando entre entre ellos necesitaban poner orden, o fijar preferencias por algún tema o asunto,  todos debían exponer su opinión, pero su opinión sin expresar en ella su interés personal o particular, y sí poner por encima el interés de los demás. De esta forma llegaban rápidamente a acuerdos y nadie se sentía defraudado por ninguna norma o por ningún deber ya que todo eran derechos. 
     El anciano seguía explicando a los más jóvenes que en la aldea, al contrario que en otras vecinas, nunca había tenido ni cárcel ni calabozo, que  no recordaba que nadie hubiese sido juzgado por malhechor, criminal, traidor, ladrón… En ese momento los jóvenes comenzaron a levantar la mano para preguntar al anciano, éste,  se dio cuenta y rectificó su discurso…Su sabiduría le avisó de que los jóvenes no sabían el significado de aquellas palabras: malhechor, criminal, traidor, ladrón… 

     La tarde continuaba gritando silencios mientras continuaba quemándose en el horizonte…       Siempre hemos tenido muy buena tierra, la naturaleza nos regaló el don de la esperanza, de la confianza, de la fuerza invisible que nos da el universo cargado de un orden tan desordenado que es difícil de entender por nuestra mente de papel cuadriculado, sólo algunos hombres sabios supieron dibujar el hilo que nos une los unos con los otros, la cuerda que nos ata con el abismo y el cielo, la soga que nos amarra al universo y la cadena que nos hace prisioneros de nosotros mismos… En nuestro aldea no hay ni ricos ni pobres, ni feos ni guapos, ni válidos ni inválidos, ni dependientes ni independientes…Nuevamente un ejército de brazos se levantaron para preguntar… El anciano había vuelto a olvidar que el significado de ciertas palabras en su aldea no era conocido.

La tarde con su vestido de gasa fría, del mismo color del que usan los ángeles se había convertido en luciérnaga, en una luciérnaga que convertía el horizonte en el amanecer de la noche, de una noche donde una buena amiga se cobija no sin antes desear a todo el que la sigue en el Facebook felices sueños.

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