sábado, 16 de abril de 2011

UN RELATILLO RELATON..."EL AMOR ES CIEGO"

Cuentan que una vez se reunieron los sentimientos y cualidades con las que nacemos los humanos; esa reunión era para ponerse de acuerdo entre ellos de como hacer que los hombres y las mujeres fuesen capaces de valorar y sentir el dolor ajeno... sin duda de esta manera dejarían la fea costumbre de causarse daño los unos a los otros.
No se ponían de acuerdo, la reunión ya duraba siglos y algunos de los sentimientos comenzaban a aburrirse y a tener sueño, así, cuando el aburrimiento bostezó por tercera vez, la locura -como siempre tan loca- propuso:”!!Descansemos un par de lustros, dejemos que el aire nos resfresque...!!”.
Fue entonces cuando el aburrimiento que acababa de cerrar la boca tras un largo bostezo, la volvió a abrir para decir entre lamentos y lamento: “Pues entonces... pues entonces nos aburriremos...”
La locura -como siempre tan loca- propuso: ““Vamos a jugar al escondite”.
La intriga levantó la mirada extrañada... y la curiosidad sin poder contenerse preguntó:¿Al escondite?, ¿Y eso cómo es?
Es un juego, explicó la locura: yo, cierro los ojos, me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras vosotros os escondéis, y cuando termine de contar voy a buscaros y al primero que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.
El entusiasmo bailó secundado por la euforia y la alegría dio tantos saltos que terminó de convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar, la verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? Si al final siempre la hallaban, y la soberbia pensó que era un juego muy tonto, en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella; la cobardía prefirió no arriesgarse.
Uno, dos y tres, empezó a contar la locura.
La primera en esconderse fue la pereza, que se dejó caer tras la primera piedra que encontró en el camino.
La fe subió al cielo y la envidia se cubrió con la sombra del triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subirse a la rama más alta del árbol más alto.
La generosidad dudaba donde esconderse, cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino... para la belleza; que si la luz de la luna... para la timidez; que si el vuelo de una mariposa... para la voluptuosidad, que si una ráfaga de viento... para la libertad, y así terminó ocultándose detrás en un rayito de sol.
El egoísmo, en cambio, desde un principio encontró un sitio muy bueno, ventilado, cómodo, pero solo para el. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris.
La pasión y el deseo abrió la puerta en el cuarto de los volcanes y se escondió tras ella. El olvido, se me olvidó donde se escondió, pero, eso no es lo importante.
Cuando la locura estaba contando 999.999, el amor aún no había encontrado sitio para esconderse...todo estaba ocupado... nervioso y ya casi sin tiempo se ocultó entre las flores de un rosal.
!Un millón!... gritó la locura... y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la pereza... solo a tres pasos.... debajo de una piedra.
Después descubrió a la fe porque la escuchó discutiendo con Dios, y a la pasión y el deseo las encontró porque hicieron vibrar a los volcanes.
En un descuido encontró a la envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. El egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió de su escondite, resultó que se había escondido en un nido de avispas.
De tanto buscar, mirar y caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la belleza, y con la duda resultó todavía más fácil, la encontró titubeando ,sin decidir aún donde esconderse.
Así fue encontrando a todos.
El talento, entre la hierba fresca, a la angustia, en una mina profunda y oscura, a la mentira, detrás del arco iris, mentira si estaba en el fondo de los océanos... y hasta encontró al olvido, ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.
Pero el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo el agua de mares y arroyuelos , en las cimas de las montañas, y cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal, acercándose sigilosamente comenzó a mover su tronco y sus ramas, de pronto, un grito de dolor se escuchó como un eco lejano. Las espinas del rosal habían herido los ojos del amor. Cuando se dió cuenta de lo sucedido, la locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió -de por vida- ser su lazarillo.
...Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite: El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.