lunes, 30 de abril de 2018

Relatillos de PRIMERA, perdón... de PRIMAVERA. (La luz que hace sombras)


Hay noches en las que me escapo de mí y saco a pasear todas mis sombras. ¿Qué por qué no las paseo por la mañana o a cualquier otra hora?... Porque de día siempre se fueron, se escaparon incluso atada con los invisibles hilos invisibles de la luz. Tardé en entender que de día se veían más grandes y se asustan.

Las sombras y la noche son cómplices en multitud de circunstancias, de cosas y de razones. Muchas veces la oscuridad justifica la existencia de las penumbras y otras veces  –las más- son las sombras las que se visten con la seda oscura que se deja caer sobre un polisón de estrellas pequeñas, pequeñitas, tanto como las pavesas incandescente que terminan siendo mota de ceniza. La noche y las sombras son hermanas, hijas de la oscuridad que te inunda cuando cierras los ojos y un infinito apagado se enciende sin límites ni horizontes.

Las sombras y la noche tienen ojos, son los faros al borde del mar que siempre están naufragando. Son las luciérnagas que van de un lado a otro de la oscuridad poniendo límites a los sueños.
Las sombras en ocasiones se visten de palabras. Se tornan en versos tan hermosos difíciles de imaginar y de escribir por el miedo de perderles, de no poder agarrarlos con las manos y que se desaten de su invisible hebra y vuelen y te abandonen. Siempre queda la esperanza de que su libertad les haga crecer hasta hacerse poema.
Las sombra es agua, aguamiel, aguardiente, agua-agria, aguadulce, agua de lluvia, agua de mar, agua salada… lágrima de sirena, agua tibia…sangre del grifo que deja escapar la vida gota a gota.