El tiempo se había
dormido entre las ramas del nogal. En lo alto, en lo mas alto de lo
alto, un sinfín de pájaros brillantes tejían la red de la vida y
de los sueños. Las estrellas eran golondrinas y oropéndolas
brillantes, hechas de lentejuelas de plata. La luna, como alcaldesa
del cielo, controlaba cualquier movimiento, por la noche no estaba
permitidos que las brillantes y lejanas aves volasen con libertad,
solo de día podían hacerlo porque con la luz del sol los humanos no
podemos apreciar los movimientos del cielo. Solo alguna de las
valientes, las ninfas, tórtolas o aves del paraíso se atreven a
realizar un vuelo corto, entonces, la cúpula oscura del firmamento
se ilumina con brillos distantes y efímeros que dejan tras de sí
un surco de silencio y de nada. La luna se enoja y llenándose de
luz se enrojece y muestra su disconformidad y hace ver a los demás su
autoridad.
El nogal es un árbol
noble, tan noble como su redondo fruto que se protege con una cáscara
fuerte de los dientes de
animales y de los cascanueces de los humano.
El tiempo no es mas
que una sensación, es un suspiro silencioso entre un acontecimiento
y otro, entre un ahora y un después y que en cuanto pasa el ahora
se hace pasado.
Si el tiempo fuese
árbol sería, sin dudas, un nogal.
En la Ribera de
Usagre, en el que fue vergel de huertas donde la higuera, el cerezo,
el guindo y el melocotonero luchaban para hacer que sus frutos fuesen
el mas abundante y de mejor sabor, era el nogal quien destacaba entre
ellos, no solo por su altura y robustez sino, también, por su verde
hoja y el amargor de la cáscara de su fruto antes de madurar.
En la Ribera de
Usagre, en el que fue vergel y ahora es casi un pobre olivar, el
agua ya no corre entre limos y juncos, el agua no canta compitiendo
con el croar de la rana o el sutil ruiseñor, el agua es una lágrima
que sin fuerza se resbala entre las piedras. El agua no es una poza
donde se bañan niños y mayores, es un charco con los filos secos
donde solo la mosca o el mosquito se benefician de su incierta
frescura.
En la Ribera de
Usagre por las noches hay robos y pillaje. Seguro que esos malandrines
humanos no saben ni de sentimientos ni de sensaciones ni de respeto a
lo que no es suyo. Ya es el segundo año que, algún hijo de alguna santa
puta, arropándose con la “sabana santa” de la noche, se ha
llevado el agua de la “Noria de la Huerta del Pajarero”. Las
estrellas, las orpéndolas, los ruiseñores me lo han contando y mis ojos y los de mis vecinos han visto como -de la noche a la mañana- el agua no estaba en su hueco fresco, alguien, algún ladrón se la llevó.
Seguro que el tiempo estaba dormido entre las ramas fuertes de algún nogal y por eso no avisó a la autoridad, y la luna, la alcaldesa del cielo, estaba pendiente de las estrellas fugaces y no presintió el absurdo hurto.
Seguro que el tiempo estaba dormido entre las ramas fuertes de algún nogal y por eso no avisó a la autoridad, y la luna, la alcaldesa del cielo, estaba pendiente de las estrellas fugaces y no presintió el absurdo hurto.
Este año las madres
del agua, los manantiales y las fuentes que son las ventanitas por donde se
escapa el agua para respirar después de largos trayectos bajo
tierra, este año las madres del agua son un hilo azul trasparente
que se enreda entre las raíces del nogal, del cerezo o del
melocotonero y no sale para respirar. Este año la Ribera de Usagre
se muere entre plásticos, troncos sueltos, jaramagos, juncos
dañinos y cieno maloliente.
Este años por orden
de la alcaldesa se secará. Quizás sea lo mejor porque así
nuestro entorno parecerá más industrial, más europeo, más social (?).
!Bien venidos tractores cisternas que se llevan riquezas propias para
facilitar fortunas ajenas!
Ay Luna lunita
luna… deja de vigilar a las “aves fugaces” y vela para que el
ladrón no se apropie de lo que no es suyo... porque es nuestro, y que el nogal continúe siendo alto verde y noble, y que hortelano, azada o escardillo en mano, no se convierta en dueño de pobre olivar...
AMEN.