Aún
no han soltado las aguas. Están atadas con cuerdas de aire al viento
que dejan tras de sí las nubes mas altas. Nubes rojas de contener
tanto tiempo la respiración, por la desesperación por la espera en
el parto eterno a la que están sometidas... Nubes, las madres del
agua que se retuercen en el silencio azul con el que se pinta el
cielo. Mudas de dolor, afónicas por gritar en las tormentas, por
resbalar entre relámpagos de luz.
Aún
no han soltado las aguas. Mi mano empuña la antorcha, lámpara que
ilumina hasta el infinito que oculta donde se guardan los recuerdos... Me
siento pequeño, torpe como el niño dibujando estrellitas de cinco
puntas y barquitos de papel que se hunden en los océanos donde
caracolas con olor es dulce son capturadas por redes de serpentinas
de papel de plata.
Aún
no han soltado las aguas, ni tampoco los vientos. El paisaje de
detrás del horizonte continua oliendo a madreselva, a yerba buena, a
flor de té, a silencio y a vacío inmenso... El cielo extiende sus
brazos, azul sobre azul, malva encima de otro malva, ángeles con
caras de niñas adolescentes... Pececitos de plata que vienen volando
desde la luna, desde la casa del viento desde los castillos del
aire... desde los naipes dónde la reina no es la de la moneda de oro
sino la que empuña la espada.
¿Tiene
aún los ojos cerrados?
La
tarde todavía no ha cerrado ni sus puertas ni sus ventanas, y sin
embargo, ya está oscuro, el aire, los rincones donde se esconde, su
hermano mayor, el viento gritando que quiere apagar mi antorcha, la
luz de mi lámpara. Hoy salieron del altillo del armario los
pañuelos y las bufandas del año pasado, las que Papá Noé en un
descuido dejó sin envolver a los pies de la cama. Hoy salieron del
armario los guantes de cinco dedos, el jersey rojo con rayitas
blancas, el marrón que tiene pelotillas en las mangas... Por salir,
salió hasta el pijama de franela,ese que te queda largo de pierna y
de manga y tiene unos cuadros que imitan a la pata de
gallo...Kikirikí de pijama.
Aún
no han soltado las aguas...Yo sigo esperando, y el aire aguada al
viento... Nos hacemos compaña... dulce compañía, no me desampare
ni de noche ni de día...
Dudo
si cerrar las puertas y dejar solo abiertas mis ventanas...
La
rosa de los vientos llega invisible y me habla, me cuenta, al oído,
los secretos de las nubes y el motivo porque tarda tanto el agua...
Silencio, silencio... me prohíbe contarlo, me tapa la boca...
Silencio, ayo mira hacia otro lado... Las nubes siguen de parto y
gritan cada vez más alto.
Se
escucha un rumor inmenso y silencioso, un rugido, notas, las mas
graves de las trompetas del tiempo... ¡Ya!... Ya han parido las
nubes y viene el agua.