miércoles, 25 de septiembre de 2019

TERCERA ENTREGA DEL RELATO: "DEJA QUE DIOS SEA DIOS, TU SOLO ADÓRALE" Cesarea Marítima, Monte Carmelo, Nazaret, (estancia en el hospital) Rio Jordán, Lago Tiberiades.


El grupo de peregrino subimos al autobús, el entusiasmo casi se podía tocar. Eran muchas las ganas de comenzar a andar por los mismos pasos que dió Jesús. Todo se antojaba como un cúmulo de expectativas y deseos por descubrir... Se agitaba en nuestros pechos la emoción de experimentar, de conocer, de vivir. La Fe se puede experimentar y sentir... pensé mientras me acomodaba en el asiento del bus.

El primer destino del primer día de peregrinación era CESAREA MARITIMA., luego Monte Carmelo y terminaríamos en Nazaret.


Nada que ver este primer destino con la vida de Jesús, no obstante parecía - al menos de nombre- un lugar interesante, se trata de un asentamiento romano al lado del mar. Fue colonia romana en la región de Siria-Fenicia, allí vivían legionarios veteranos del ejercito. Una ciudad portuaria construida por Herodes el Grande entre los años 25 y 13 a. C. Sus ruinas se encuentran a medio camino entre las ciudades de Tel Aviv y Haifa, en ese mismo lugar está la Torre de Estratos o de Estratón .  Como dije antes, no terminé de entender esta visita, allí no estuvo Jesús, ni en la ciudad, que yo sepa, sucedió nada sobresaliente relacionado con el cristianismo, salvo que Pedro estuvo en su cárcel y de ahí fue llevado a Roma.

Ya desde el desayuno sentí que por mi interior (cuerpo) algo no funcionaba bien. Un dolor se adueñaba del pecho, iba y venía. Supuse que eran gases producidos por el excesivo condimento de alguna aliento tomado en la cena.  Lo cierto es que mi sudoración era excesiva y los niveles de azúcar en sangre subían a pesar de las dosis pertinentes de insulina. Este malestar me impidió disfrutar a fondo de este primer día de peregrinación.

Por resumir la visita y daros una idea -mas o menos aproximada- de como debió ser Cesarea, salvando las diferencias de fechas y de ubicación: imaginaros a Mérida a la orilla del mar en vez de en la ribera del Guadiana... Con el teatro, el hipódromo, el circo y un gran palacio en medio de una urbanización de calles pavimentadas, con alcantarillas, servicios, letrinas, piscinas publicas, espacios ajardinados… Todo ello, como os decía, a la orilla del mar, sin dudas a Herodes el Grande le gustaba el bien vivir y el bien estar .

Tras el recorrido, y después de innumerables fotos, el bus nos lleva al Monte Carmelo. Para llegar hay que serpentear siempre subiendo por las calles de la ciudad de Haifa, según el guía, la ciudad mas limpia de Israel. Efectivamente se percibe la sensación de limpieza y orden. Hay en las calles contenedores para casi todo: plásticos, diferenciando entre el procedente de botellas de agua y de otros plásticos de distintos envases como recipientes de detergentes, para  cartón, diferenciando el que proviene de bric de cajas y papeles o cajas de embalaje.. Contenedores específicos para pilas, para tapones… Otros para desperdicios...etc. Todo este montaje de protección medioambiental y de posible reciclaje me llamó mucho la atención. Había que dar por sentado -o no- que los vecinos de esta hermosa ciudad respetan la distribución de sus deshechos y utilicen los contenedores correctamente.

Inspirados en el profeta Elías, durante el siglo XII, un grupo de hombres -probablemente ermitaños o cruzados- fundaron  en el ahora llamado  Monte Carmelo la Orden de Los Carmelitas. La extendida devoción por Nuestra Señora del Monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen, es obra de esta orden.
Se menciona en el Antiguo Testamento, capítulo 18 del Primer Libro de los Reyes, que es aquí donde el profeta Elías demuestra que Yahvéh es el verdadero Dios. El Altar había sido totalmente destruido, por lo que Elías reunió 12 piedras -una por cada Tribu de Israel- con las cuales lo reparó.

El Monte Carmelo es espacio protegido, esta declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser una reserva de la biosfera de Israel. Este lugar  ha sido -desde siempre- un verdadero paraíso de fertilidad y hermosura, así -al menos- se describe en  varios pasajes del Antiguo Testamento.

El Monasterio de ¨Stella Maris¨ se construyó en el pasado siglo en la ladera del Monte Carmelo, frente al faro, con una espléndida vista al mar Mediterráneo. Según las explicaciones del guía, -Michel- en la actualidad parte de las dependencias originales del conjunto monacal están ocupadas por el ejercito israelí ya que se trata de un enclave estratégico militar en la costa.

La visita indispensable es la capilla de la Virgen del Carmen que se presenta sentada en un trono, como una reina, vestida de reina y con compostura de reina, con corona y cetro de reina.  Reina de los cielos, de los mares y de la tierra, reina de los fieles y de los infieles. Reina madre y madre reina que sostiene a su hijo sobre sus piernas. Este,  mostrando su candidez, extiende sus brazos como el niño que desea ser abrazado por quien está enfrente. En su cara una sonrisa acrecienta aún más deseoso el  poder tocarlo y abrazarlo. El lugar me inspira el Magnifica, lo recito de memoria, me pierdo, vuelvo a empezar y la mirada de la Madre parece que me dicta las palabras. Me siento aliviado en mi malestar, probablemente porque dejo de echarle cuentas al sentirme tambien hijo de aquella bella y bendita mujer, Reina del cielo, del mar, de la tierra, y que es -en aquel preciso momento- Reina de mi alma y de mi corazón.

Flota en el ambiente un olor tenue a incienso de virgen, la luz cálida que te envuelve hace que te dejes llevarno por la emociónes sino por la fe, que parece elevarte para que puedas tocar el sagrado pie de la imagen de la Virgen. Se presiente en el bendito entorno que la Gracia de Dios está presente, sin darte cuenta comienzas a rezar la Salve, o  vuelves a recitar el  el Magnifica con la seguridad que no te vas a perder ni equivocar (Lu 1, 46-55):

"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre"

Tras la visita queda la sensación de olor a rosa blanca, ese perfume te envuelve como si de un papel de regalo se tratase. Caes en la cuenta, recuerdas seguramente, que has visitado alguna de las innumerables capillas que a lo largo de los pueblos de nuestras costas, dan cobijo a la Virgen del Carmen, y a los cristiano el sosiego de sentirnos protegidos por la mejor de las madres.

A estas alturas de la excursión, mi salud esta ya bastante resentida y la presión en el pecho se acentúa. Siento un poco de vergüenza ante los demás, es como si aquel contratiempo fuese compartido y sentido por el resto del grupo:
- “Tienes mala cara”
- “¿No se te pasa?”
- “Mide tu azúcar… ¨Lo mismo es una bajada o una subida”
- “Tengo Fortaset ¿quieres uno?"

Tras el consabido recuento, el bus se puso en marcha dirección a Nazaret. 
Bajando del monte se vuele a atravesar Haifa, el guía vuelve a decir  que es la ciudad mas limpia de Israel y que en tamaño, por habitantes, es la tercera del país. Luego nos advierte que vamos a pasar por una glorieta y que a la derecha podremos observar una vista magnifica de los Jardines Colgantes de Haifa, también conocidos como los Jardines Bahaí. Este enclave es de los mas visitados de la ciudad, se trata de unos jardines cuidados con mucho esmero y que forman un conjunto con una estética y belleza excepcionales, mundialmente reconocidos, también declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, fueron diseñados por el arquitecto iraní Fariborz Sahba en el año de 1987.

Llegamos a Nazareth. 
La ciudad se  me presenta como un laberinto. Avenidas que ascienden y descienden hasta la Basílica de la Anunciación. Monumental templo moderno que se llena de luz de mil colores gracias a sus vidrieras. La visita la realizamos antes del almuerzo. Volveríamos por la tarde para celebrar la misa y después recorrer el camino  que lleva hasta el pozo de la Virgen.
El lugar, donde el Ángel Anunciador -San Gabriel- visito a María y le anunció su maternidad del Hijo de Dios, es sencillo y es eso, su sencillez, lo que contrasta con el gran templo, la magnifica basílica en la que se integra. Desde mi punto de vista un lugar demasiado ostentoso, moderno y excesivo en sus dimensiones y su estética para representar  la actitud más humilde que se conoce: "Hágase en mi según tu palabra". Antes de entrar al templo y sentirme deslumbrado por los colores que se proyectan sobre el altar mayor procedente de las vidrieras y ventanales, se puede recorre el atrio -en una galería que lo circunda- estan colgados los cuadros de imágenes de las Vírgenes más representativas de muchos países, incluidas algunas "tan exóticas" o "raras" como las de China, India, Filipinas, Japón... Fue hermoso ver que a España la representa la Virgen de Guadalupe, patrona de nuestra tierra.

Aquí, cuando estamos en el almuerzo en la ciudad de Nazareth,  corto el relato de la peregrinación y les describo  como lo que parecía un dolor producido por gases se convierte en “angina de pecho inestable”.

El dolor era fuerte, cada vez mas. Por momentos parece que voy a perder en conocimiento. En el restaurante hay otro grupo de peregrinos de la diócesis de Huelva, en él hay un médico que acude en cuento se entera que hay alguien con dolores muy fuertes en el pecho (Gracias Dr. Naranjo) Además de su consuelo muestra preocupación y con un reloj digital -de esos que lo miden casi todo- determina que lo mejor es trasladarme al servicio de  urgencias del hospital mas cercano. Consideró que el dolor no era ocasionado por gases. Al oír esto se confirman mis sospechas, hacia rato que identifique el dolor, era  similar al sentido en otra ocasión. Yo sabía que era una “angina de pecho”. Juan hacia las gestiones oportunas con la aseguradora que cubre estas incidencias en el viaje. El guia, creo que sobrepasado por la situación, se mantiene al margen y no ofrece alternativas. Es uno de los empleados del restaurante quien  avisa a un taxi, por ser, según él más rápido que las ambulancias.

En el taxi, Juan trata de habla por teléfono con la aseguradora, Boni -que se prestó a acompañarnos por saber ingles- intenta consolarme y dice al taxista que se dé prisa. Yo  cada vez más confuso y mareado. En el restaurante nos aconsejaron  que nos dirigiéramos al “Hospital Ingles de Nazareth”, así lo hicimos,  incluso a juicio del taxista era la mejor opción. Al llegar a Urgencias los enfermeros me trasladaron en camilla hasta una sala, allí trataban de comunicarse conmigo y yo con ellos. Torre de Babel. Yo les indicaba que tenía dolor el pecho y les enseñé un informe medico que llevaba junto al justificante de medicamentos que hay que presentar en el aeropuerto cuando llevas medicinas. Enseguida estaba con una vía cogida y una placas con ventosas en el pecho para hacerme un cardiograma y tambien llegó la máquina de los rayos X, varias radiografías y sin casi terminar de hacerlas ya estaba la maquina de la ecografía escudriñando mi pecho y mi corazón, buscando donde estaba la fuente del dolor. A la orden del cardiólogo me inyectan un medicamento y me dan varias grajeas con un vaso de agua para que me las tomase, sin dudarlo lo hice.  Momentos de tensión que anteceden a una tranquilidad grande, sosiego que agradecí y que me hizo suponer que estaba en peligro porque ni médico ni enfermeros desviaban su atención de mi. Hablaban entre ellos en hebreo, yo no podía entender lo que estaban diciendo y eso me ponía aún más nervioso.
Juan y Boni tras un rato en la oficina de admisión del hospital y haciendo las gestiones con la aseguradora entraron en la sala de urgencias. El medico, se dirigió a ellos para informales de mi gravedad: “esta sufriendo una angina de pecho de tipo inestable que estamos tratando de remitir. No sabremos si hay daños en el corazón hasta que no volvamos a realizar las pruebas, de todas formas sera ingresado en la UCI 24 horas, y se determinara mañana, tras las pruebas que se le practiquen, si necesit -o no- que se le practique un cateterismo”.

La siguiente información que nos hizo llega, esta vez la oficina de admisión del hospital  era que como se abonarían los 1.450€ que allí cuesta pasar la noche,  y si en caso de necesitar cateterismo como se abonarían los 18.000€ que costaba.

Juan estaba también a punto no de otra angina de de pecho, sino de un infarto. La aseguradora no respondía, solo ponía impedimentos y trabas:
- Necesitamos el informe de urgencia. Envíelo por e-mail.
- No, no nos vale porque esta en hebreo,
- Habrá que traducirlo y después ya le contestamos.
- Necesitamos el informe de las exploraciones que se le han practicado.
- Necesitamos el informe de alta para liberar el dinero y que ustedes puedan salir del hospital.
- Habrá que traducirlo del hebreo y después contestaremos al hospital.

Durante la estancia en la UCI dos ángeles protectores velaron por nosotros. Las dos enfermeras.  Ellas no permitieron que Juan tuviera que irse de mi lado, facilitándole -en todo momento- la entrada y la salida, y mediante la aplicación en el teléfono móvil del Traductor del GOOGLE intercambiaban con él información, es nos tranquilizaba y hacia tener algo de  confianza. De alguna manera Dios se tenía que hacer presente en aquella situación que nos provocaba miedo, angustia y desesperanza.
La noche iba a ser larga, muy larga. Cuando te vas sintiendo mas lejos del peligro y comienzas a ponderar el verdadero peso de los acontecimientos, pensé en el grupo de peregrinos. Yo no podía “estropearles la peregrinación" y hacer que volvieran con un sabor agri-dulce a sus casas. No podía permitir que sus oraciones quedasen en ese limbo donde va todo lo innecesario. Aquellas personas, unas conocidas de siempre, otras por conocer, no debían padecer por mi, no debían condicionar su viaje a lo que a mi me pudiera ocurrir.
“Rezamos por vosotros” ese fue el bendito mensaje que nuestro cura de Usagre, el padre Fran, nos hizo llegar,  mi respuesta mental fué: “Gracias cura ni tus oraciones ni las de los demás caerán en el limbo de lo innecesario, son mi motor para salir de esta”.
La noche iba a ser larga, muy larga, pero seguro que menos larga  cuando se piensa que "La Stella Mari",  a la que acabamos de visitar, Nuestra Virgen de la Piedad y su Hijo, el Cristo de la Piedad y mi Virgen de la Cruz, están recogiendo las oraciones. peticiones y promesas que intercediendo por mi salud viajaban hasta el santuario al borde del acantilado del mar Mediterraneo, o hasta  la ermita del Cristo y de la Virgen de la Cruz en Usagre. En ningún momento me sentí solo, estaba Juan, y ni desprotegido estaban el Cristo y mis Vérgenes. Creo en los milagros, y ahora más.

Sobre las 12:30 del miércoles ya teníamos  el informe de alta. No era necesario el cateterismo y me podía marchar con el apercibimiento de acudir a mi cardiólogo cuanto antes.

Aquel día, miercoles, el grupo de peregrinos estaba de excursión en el Rio Jordan. Ni Juan ni yo pudimos renovar las promesas bautismales. Juan Bautista tendrá que esperar. Ese acto era para nosotros especialmente deseado. Quizás, esperamos que así sea, tendremos que volver a Tierra Santa para cumplir esta aspiración.


  • San Juan Bautista se me antoja como un hombre enjuto, delgado, sereno, sabio y compresivo. Su vida al lado de los Esenios en la comunidad de Qumram, debió conferirle un carácter apacible, noble y sabio. Un hombre que, quizás teniéndolo todo por ser hijo de una familia influyente, noble y respetada,  optó por vivir en el desierto, sin comodidad alguna, andar descalzo, vestirse con piel de camello y recorrer los caminos por los que Jesús andaría después. Juan el Bautista, estoy seguro, era un gran tipo, un buen  hombre que a la sombra de Jesús fue  cómplice de Dios en su plan. Yo -de vez en cuando- suelo rezarle.

El agua baja serena, en su vientre los peces juegan a rozar los pies de quienes andan por la orilla buscando la bendición de Jesús. El agua es una serpiente sin piel, ni ojos, ni boca, ni lengua, es una cuerda de burbujas que te ata los pies, trepa por tus piernas y te llega al corazón para purificarlo, para refrescar los latidos, para que lo sientas y te haga sentir vivo. El agua del Jordán viene rodando desde el monte Hermón hasta el mar de Galilea, allí, en ese mar sin olas, se transforma en luz, se hace reflejo y asciende como las oraciones a las manos divinas de Jesús. San Juan “el Bautista” cierra los ojos y con la mas grande de las noblezas la convierte, a la cuna de los peces, a la serpiente a a la luz que llega rodando, en agua Bendita. Yo con solo pensarlo siento esa sensacion de pureza de despues de mojar tu cuerpo y dejar que el sol se encargue de secarlo. Bendito “el Bautista” que se hace agua y oración para hacernos sentir mas cerca de Jesús.
Volvimos al hotel de Tiberias donde estaba el grupo alojado. Estaban -ese día como ya he dicho antes- disfrutando de Canaá y de las orillas del Jordán. Ya por la noche -antes de cenar- pude abrazarlos y saludarlos a todos. Contestar a su preguntas. Saber y sentir su preocupación por nosotros te hace caer en la cuenta que, al igual que las enfermeras del hospital, hay otros ángeles que no los sabemos reconocer, tal vez porque su cercanía nos impide pensar en esa posibilidad, en que sean ángeles.

En el fondo del Mar de Galilea hay una piedrecita redonda, del jardín de mi casa, con un Amén escrito por mi.
Al atardecer, nos adentramos en el mar de Galilea a bordo de un barco de los que hacen excursiones y le enseñan a turistas puntos de interés de aquel lago en el que Jesús ordenó la pesca milagrosa, donde fue al encuentro de sus discípulos andando por encima de sus aguas. el padre Miguel Angel dirige la oración y la hora santa. Vamos, navegamos en silencio, en un silencio que deja oír el rumor del aire cuando mueve el agua y forma pequeñas ondulaciones que llegan hasta la proa del barco convertidas en olas pequeñas, casi en caricias de agua. Puede escucharse el silencio del sol cuando cae destiñéndose de amarillo sobre el azul del horizonte del agua. Un silencio que se convierte en himno, en canción, en suplica, en rezo que brota directamente desde la voz del corazón y volando en la brisa busca las manos del Padre. Es momento en que doy gracias por los momentos pasados, por la angustia que me ha enseñado a tener confianza, por el desprendimiento de Juan al estar a mi lado “compartiendo la enfermedad y la salud”, por el gozo de los que rezaron por mi y ahora se ven compensados porque Dios les escucho. Es momento de dar gracias por la Fe, sí, por la Fe porque sin ella nada de esto hubiese sido posible. Gracias por este atardecer donde me prohibí llorar, y por entender que mi fortaleza esta hecha de pequeñas debilidades y soy consciente de ello.
La luz se disipa como el humo del incensario cuando le fata el calor de la brasa. Oración cantada, oración que se trasmite con una mirada, con un abrazo, con un apretón de manos, con una sonrisa, con un guiño con un “gracias Padre, gracias”. Por dentro siento correr esas lagrimas a las que prohíbo que manen de mis ojos, lagrimas de agua y sal, de deudas y gracias, de oración y fiesta. Lágrimas al fin y al cabo que no dejan de ser parte de mi oración cayada, de mi acción de gracias y de mi agradecimiento a todos los que navegamos pensando en el Pescador de hombres. Gracias.

El agua es un tornasol, a veces verdosa y a veces dorada, se corona con espuma blanca, se hace perla en corona de Virgen. El agua del bautismo, el agua bendita que nos purifica al entrar en la iglesia, el agua y el vino de la misa, el agua tan presente en nuestros ritos y en nuestras vida, el gua del Mar de Galilea que alimentó a los discípulos pescadores y a sus familias, el agua por donde Cristo anduvo para mostrar su divinidad y hacer creer a los que tenían dudas. El agua de la lagrima de una Madre cuando se despide de su Hijo porque sabe que su futuro, su incierto futuro esta escrito. “Bendíceme Padre y si es tu voluntad dame de beber de este agua”

El cielo es un zafiro sin pulir, azul, tan azul como el aguamarina que lleva la Virgen en su cinta del pelo, es azul tan azul como el topacio con que el amanecer premia a la madrugada por hacerse luz, luz azul que vuela alrededor del campanario cuando llaman las campanas a la primera oración de la mañana. Azul como debe ser la tranquilidad en el alma. Este es el mejor de los lugares porque se puede sentir la sensación de estar sin pecados cuando -desde el barco- extiendes el brazo y con un dedo cortas el agua.
Rezo, presiento que la brisa y el agua se hacen corona de flor de azahar, flor de luz hasta hacerse cielo para agradar a nuestra Madre Santa. Rezo:
"Cuando atraviese por dificultades: ayúdame.
De los enemigos que quieran ensuciar mi alma: sálvame.
En mis frecuentes desaciertos: ilumíname.
Cuando sienta dudas y penas: confórtame.
En mi falta de salud: fortaléceme.
Cuando me sienta despreciado: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles, de luto, angustia y miedo: consuélame.
Con tu corazón de madre buena: ámame.
Con tu intercesión: protégeme.
Y en tus brazos al terminar mi camino: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.


Amén."


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Con toda mi GRATITUD y CONSIDERACION dedico esta entrada a BONI. (Francisco José Donoso) aunque sé que el mal rato que pasó a mi lado no se puede pagar.
GRACIAS BONI.
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En la proxima entrada (la cuarta) : JERUSALEN... PUERTA DEL CIELO.