viernes, 2 de octubre de 2020

Oración de las escamas.

De tanto andar por encima del agua te salieron escamas en los pies. Nunca te quejaste del dolor a agua fría, ni nunca te oyeron cantar antes de dormir, siempre rezabas, cada noche a una estrella. Los días del Señor llenabas el cuenco que hacías uniendo las palmas de las manos y lo llenabas de agua y sal, te bendecías y bendecías a los que, al amanecer, en lo alto de cualquier monte de Galilea esperaban que Dios les hablase con voz de trueno. Recordaban a Moisés, a Abraham, a David.  Tú, por encima de las aguas, seguías caminando, tejiendo entre pecho y espalda la corona de sangre y espinos con la que te coronaron. Jesús, Hijo del Hombre, Hermano de los hombres, Hombre que atiende súplicas y hace milagros. Dios hecho Hombre. Las escamas de tus pies se transforman en confianza, quietud y calma cuando María Magdalena unge tu cuerpo, todo, con aceites de Almizcle y Onagra. Sus dedos, largos como los tallos del laurel, desenredan tus cabellos y te hacen sentir en la nuca la humanidad de tu cuerpo. Sus manos llenan de caricias tu pecho y tu espalda, te hace imaginar que en la orilla del Mar Muerto florecen lirios blancos y azules, amapolas de cristal y palmeras que doblaban sus troncos hasta llegar al agua cuando se dice "en el nombre de Dios".

Jesús, atiende la súplica de los que sufren por no entender que son hermanos y tus hermanos. Atiende la oración de los que la ambición les lleva con promesas y más promesas al dulce chantaje. De los que agradecidos miran al azul infinito -o a la oscuridad de la noche- y en silencio te dan las gracias. De los que cansados echan la red a la derecha de la barca y casi no pueden con tanta pesca. De los que creen en los milagros porque comieron el pan multiplicado y bebieron el agua convertida en vino.

Déjame acompañarte, aunque sea de Cirineo. Quiero descubrir las manos que, seguramente ensangrentadas, trenzaron los espinos para hacer tu corona de rey. Quiero saber en qué fragua se forjaron los clavos que te sujetan al noble madero.

Déjame ayudar a la Magdalena a ungir tu cuerpo para que mis manos puedan estar cerca de tu alma.

Que como a Ti me broten escamas en las plantas de los pies porque creo en Ti y en los milagros.

Amen.