martes, 21 de junio de 2022

"MARIA LA LOBA"

DEDICADO CON CARIÑO Y RESPETO AL RECUERDO DE UNA GRAN MUJER: 
"MARIA LA LOBA" 

    
    Muy de mañana fuiste María, sirena de rivera usagreña con sueños de luna creciente. Girabas como noria hortelana entre algodones de azúcar y manzanitas con piel de caramelo. Con tus dedos de niña mezclabas las sombras y las luces, la cal y la tierra blanca, pintabas estrechas cintas y zócalos anchos al rededor de puertas y ventanas, con los deseos escondidos en el viento que jugaba al escondite y al "un, dos tres... pollito inglés" entre los chopos de tu alameda prestada.

    A media mañana dejaste la inocencia escondida en una cajita de cartón en el fondo de tu alma. Te hiciste suspiro, amor y fracaso de ángeles marchitadores de rosas. Tu silueta se hizo territorio de flores sin capullos ni promesas, se llenan de pistilos que endulzan la espera, tu espera escondida en miradas furtivas y el humo de algún cigarrillo de los hombres en la plaza del pueblo que esperaban trabajo en la puerta del bar La Campanera. Llega la tarde y te haces mujer, aparecen manos que te pagan con oro el tiempo necesario para modelar tu cintura de barro, por llenar tus límites y tus huecos de agua sin vida, por dibujarte convertida en ola de sal o soplo de aire en el olivar. A la caída del sol -casi muerta- te das a la fuga, te pierdes en las lindes del desamor buscando el imposible romero silvestre con flores rojas. Llueven caricias a destiempo, arrumacos tan falsos como la palabra de mocita despechada. Cae, de no se sabe de que cielo, una culebra de niebla que te come el habla, la lengua y el futuro. María Loca, María marchita como las lilas en agosto, Maria la loba, todo lo ve, de todo se entera, todo lo refiere de cualquier manera.

    Eso decían las malas lenguas del pueblo. Mientras te vas convirtiendo en roca, en piedra en ascua que no deja rescoldos, te vas haciendo dolor, vuelo nervioso y silencioso de murciélagos sin noches, en olvido de las lágrimas con la que lavas tus heridas. Otros piensan que te haces carne de cama y que te abandonas en el verde de un sudor de contrabando pagado por alguna promesa de trabajo o diez o doce pesetas.

    Camina el sol por el cielo, y tu, cerro arriba, vas buscando las espigas que el segador sin paciencia va dejando atrás. Será el sustento de tus cuatro gallinas en invierno. Camina el sol por el cielo quizás buscando la luna. Una luna de plata que hace crecer a tus macetas de pilistra, a tu jazmín y a tus coleos que cada tarde se beben el agua que tu les acarrea en cuatro cubos de latón. Plantas prisioneras tras una valla de cañas y juncos que las protege del bocado de cualquier animal que ronde por la alameda.

        -"Esta tarde viene tormenta, va a ser seca... las culebrillas ya se ven por Villagarcía".
        -"Date prisa, trae cenizas que hay que hacer con ellas una cruz en la resolana".
     
    "Dios y la Santísima Trinidad nos protejan del rayo maligno, del relámpago pecador y nos dé la  tranquilidad para no blasfemar ni pecar.  Que se aleje la tormenta y la Virgen de la Cruz nos bendiga  con agua y su protección. Amen"

    Nunca me dijiste nada, pero las malas lenguas escupieron en mis oido que pariste a tu hijo en soledad. Que tu mismas, como una loba, con tus dientes mordiste el cordón umbilical, que tu misma, como una loba, aullaste de dolor y nadie te escuchó, que tu misma, como una loba, lamiste su carita y sus manos para que entrara en calor, que tu misma, como una loba, lo acurrucaste entre tus senos para que de su cuerpo la vida brotara como de la madrugada el sol. 

    Luna lunera... cascabelera... María ha parido y no se conoce el nombre del varón. La luna esconde su cara tras un nubarrón y en el cielo de invierno son el miedo y la soledad la que te protegen con pasión. Tu hijo nunca fue al colegio, cazaba galápagos, vigilaba los nidos de jilgueros y cazaba por la noche algún conejo o tres docenas de codornices. Cuando tuvo edad quizás te diera una beso y se marchó.

     
Hoy quiero decirte, María, que no encontré la luna en el mismo lugar del cielo donde la pusiste al despertar el día que -engañada- te llevaron lejos de tu casa de la alameda. Que te estuve buscando en la despensa de las horas muertas y no estabas entre ninguno de besos de bienvenida que me dabas cuando venía a la casa de mis abuelo. Ya olvidé las palabras que me hacen sentirte tan lejos, tan cerca. Que tuve miedo de tu silencio apagado por las primeras horas de la tarde, cuando bajabas con tu cántaro de barro y tu cuba de cinc a coger agua a la noria de mi abuelo Pajarero.  Hoy Maria, que la noche pone el color del hada huérfana a tus ojos y tu sonrisa se oculta en las comisuras de los labios, o debajo de una higuera silvestre en el camino de la Ribera, siento que me duele tu vida y mucho más tus sueños, sobre todo los que no se hicieron realidad, o sea, todos. A veces, solo a veces, cuando tu querías porque así te interesaba, o así lo sentías, eras una más a la mesa, una más en la matanza, una más en "voy al pueblo... "Señá Matilde, necesita usted que le traiga algo?...  -"Si María, ve al comercio de mis parientas Antonia y Sandalia y diles que te den medio kiilo de bacalao... para ponerlo mañana con arroz... Que me lo apunten que ya ira el señó Fulgencio a pagarlo"-

     Mi reloj va marcando las horas de la madrugada y aunque ya no puedas escucharme, decirte que he aprendido a casi odiar a quien te arrancó de tu familia, de tu pueblo, de tu luna pobre –pero luna, al fin y al cabo- y te llevó a la luz del neón, te disfrazó con vestidos de colores, con zapatos finos y hasta se atrevió a cortarte el pelo. Ahora, que a la vez es mañana tarde y noche, quiero empujar con todas mis fuerzas para derribar el muro de la ambición que en vano sostenía en su casa con corral a los ganadores de una guerra, de la última. Con tu ayuda y tu cal vamos a borrar de la pared los grafitis casi obscenos de hoces y martillos, de yugos y flechas de puños cerrados y manos abierta que aún secan su alma de tinta a la luz moribunda de cualquier callejón del pueblo. Otros continuaran tiñendo tu recuerdo  contando el tiempo y el dinero, los billetes y las monedas. Son capaces de afilar su navaja en el adoquín frío y duro del la mala lengua. Son los que hoy pondrían en tus manos papelitos de plata para que envuelvan los sueños, capaces soplar en tu cuello melodías donde suprimen la música por el tilín tilín tenue de cascabeles y te convierte en animal, en tórtola sumisa…En niña sin luna.
!Loba tráeme dos cantaros de agua de la fuente de la plaza!
!María ven mañana que me vas a escardar la lana del colchón!
!... Quiero que me barras los doblaos de la casa...!
   
    Hoy, Maria la Loba, sirenita de la Rivera, sin llamarte Cantamora, sigues siendo mujer de luna menguante, y, aunque no me escuches, quiero contarte que yo también siento miedo de mi luna de fuego, y el blanco de mi cal se va volviendo gris en el horizonte. Me enseñaste que la vida es tan sólo un segundo imperfecto en el que recibir caricias. Las tuyas eran de bienvenida cuando de vacaciones llegaba a la huerta. Decirte que el sabor de tus recuerdos de mujer con luna precisa de voz, de grito, de fuerza y la de todas las niñas-lunas bronceadas con luces de neón aunque sean de letreros que anuncian  residencias para mayores... Y así acallar los cascabeles de los hombres sin alma que dividen la vida imponiendo su fuerza a tu corazón y su puño a tu libertad. No te quise ver en el telediario por temor a reconocerme en tu luna ausente o en las palabras de quien contaba la noticia sin ni tan siquiera poner en ello alguna palabra o algún gesto de emoción.

Luna lunera cascabelera,
Maria La Loba pesca lampreas en la Rivera.
Luna lunera cascabelera,
María La Loba blanquea con cal y espanta a voces los pájaros de las higueras.

    Que tu otra vida sea de esas que se viven con el corazón al sol, las lágrimas sean de alegría y entre chopos y amapolas brillen las estrellas aún cuando la luna deje de estar llena. Quizás, solo quizás todo un pueblo debería sumarse a este recuerdo. Puede que sea la forma de hacer justicia y hacer que se nublen tantas miradas sucias y mezquinas. Mi beso al trocito de tu cielo.

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