domingo, 22 de enero de 2023

Un Cuento para los niños (y para los no tan niños) de Villaharta.


Quiero contaros una historia. Es la historia que los maestros ya no cuentan porque quizás la hayan olvidado o a lo mejor es que nadie se la contó cuando eran niños, o porque son forasteros y no conocen  nuestros secretos.

Más que una historia es un cuento,  sólo algunas abuelas lo recuerdan,  sus madres y las madres de sus madres  lo  contaban sentadas al rededor de la chimenea en las noches en las que las heladas prestaban su brillo a las aceitunas y teñían el campo de suspiros blancos.  Una historia, un cuento, que conmueve solo los niños y niñas valientes, esos que cuando crecen y son hombres y mujeres se atreverán a contarla a sus hijos y a los hijos de sus hijos. 

Dejadme que os cuente la historia de la Luna de Plata, que de noche bajaba del cielo a beber agua agria y a dormir en los brazos de bronce del escultor de las águilas. La historia de cómo las estrellas brillantes, esas que vemos tiritar en las noches de invierno y encenderse de calor en las tardes de verano.  fueron creadas.

... Hace mucho, mucho tiempo, el cielo era oscuro, muy oscuro, tan oscuro como una habitación sin ventana y sin puerta.  Las noches y las madrugadas eran largas, muy largas y solo podían vivir en ellas los hombres de la noche.  por las mañanas, cuando el sol despertaba entre los olivos de la sierra, allá cerca del “cortijo de la Yedra”, eran los niños del sol los que se entretenían con sus juegos,  subían y bajaban por el cerro de la solana cazando golondrinas blancas y vencejo azules.
Era el sol, el rey del día, desde la mañana hasta el atardecer recorría poniendo luz y color a la bóveda celeste, un rey de corona de oro que va y viene constantemente, que  derrama su luminaria dorada de la que salían los rayos rizados del calor del verano y, en invierno, los rayos de plata que derriten la niebla fría de las mañanas. Al terminar la tarde, en el horizonte, aparece la raya de las sombras, el mundo y el cielo se pone el traje negro, y lo oscuro lo envuelve todo; de un horizonte al otro la negrura se hace dueña y señora del cielo y de la tierra. Es entonces cuando la luna de plata aparece, recelosa oculta su cara blanca como la harina del pan. Algunos dicen que la luna tiene dos caras, una alegre y otra triste y llorosa, pero por aquel tiempo solo tenía una cara, la triste y llorosa y estaba sola en medio del negro vacío y de la oscura oscuridad, el sol de fuego le había hecho daño, se creía más importante y noble que ella, se reía de su color pálido, macilento y gris. Los dioses, que en ocasiones son injustos, no la creían digna de ser una estrella porque su luz era prestada, ni tampoco consideraban que fuese un planeta porque siempre está girando alrededor de otro mundo, el nuestro, así que la condenaron a seguir al sol  eternamente y a ser un reflejo de su brillante luz.

No siempre la luna había estado triste, recordaba los días felices de antaño, la historia ni se había inventado aún, y ya existía ella, recordaba como los hombres de la noche hacían guardia escondidos entre los velos de la oscuridad para que en la tierra hubiese paz y en el cielo, ella, tuviera sosiego y armonía. Eran los hombres de la noche, quienes se llevaban  a los seres malvados e injustos a la oscuridad sin fin, que era un lugar tan lejano  al que nunca se sabía cuando se llegaba, de él no se podía regresar porque en la oscuridad no se ven los caminos, ni los senderos, ni los atajos. Quien era llevado a la oscuridad sin fin se quedaba en ella para siempre.

La luna de vez en cuando, para entretenerse, recordaba sus  días felices,  y eran muy  muy felices,  porque ambos, sol y luna, durante algunas horas coincidían en lo más alto del cielo y allí hablaban como dos amigos. No había orgullo  aún en los ojos dorados del sol, ni tristeza en la  cara redonda de la luna, pero un día, al amanecer, de la diadema de luz del astro rey nacieron los niños de la mañana,  eran de luz,  fuertes y arrogantes, crecieron y se multiplicaron con la ayuda del brillo del orgulloso sol, amando por encima de todo a su rey que les daba calor y vida, que les daba la luz de la que se alimentaban, cuando crecieron se convirtieron en los hombres del día, éstos, poco a poco sometieron a los hombres de la noche, y, al igual que el sol, dieron la espalda a la luna. Odiaban a la noche oscura plagada de amenazas. Temerosos de las sombras se resguardaban en sus moradas esperando que llegase el nuevo día para cantar sus alabanzas al sol en cada amanecer. Y él, el sol, sonriente, los escuchaba y comenzó a amarlos más que a nada,  y empezó a mirar desdeñoso a la luna, su fiel amiga. Y así llegó el día en que ya no hubo ni amistad ni amor entre el sol y la luna, pero ambos estaban condenados a compartir el cielo. La luna lloraba cada vez que las hirientes palabras del sol rozaban su cara demacrada y triste, y parecía que nadie escuchaba sus lamentos y su descorazonada tristeza.

Una noche de verano, la luna lloraba sus penas, arrastraba su luz plateada por entre los olivos y las cenicientas encinas de “la cuesta de la matanza”, sus lágrimas parecían inconsolables y se derramaban sobre la tierra creando arroyuelos de luz y de plata fundida. Entonces, entre lamento y lamento, escuchó una  voz  cristalina, clara, fuerte y sanadora… era una voz de agua.
 - ¿Por qué lloras, luna?
 
La luna no podía creer que alguien, por fin, la escuchara. Pensaba que ya no quedaba nadie que le prestase atención. Los hombres de la noche ya no existían porque los hombres del día los habían vencido en una cruel guerra, así que la luna pensaba que estaba sola. Sola con su tristeza, sola con sus recuerdos, sola y condenada a ser, en la noche, el espejo de la luz del sol.
-¿Por qué lloras, luna?

- Porque estoy sola en medio de la oscuridad de la noche, porque el sol ya no me quiere, porque… - 
Y la luna le contó sus penas. El agua escuchaba con atención las historias que la luna le contaba, entre sonrisas y lágrimas, entre sueños y recuerdos iba tejiendo la historia de su vida.

- Yo te entiendo bien, Luna, porque también he conocido la soledad y el desamor, pero no llores más por el arrogante sol no te merece, es un necio que no se da cuenta de que en realidad es él quien te persigue por las bóvedas celestes, y que sin ti,  su luz no tiene donde reflejarse. Si te hiere es porque tiene miedo de la verdad: que sin ti la oscuridad sin fin nos atraparía a todos, incluso a los hijos del día. Eres bella y dulce, no llores más por quién no ha sabido merecer tu amistad, su vanidad lo llena todo y su omnipotencia es tal que el mismo se hace daño sin saberlo. No estés triste porque aun hay quién te ama.- 
Y diciendo esto, la voz de agua se perdió entre los manantiales de las sombras. La luna, conmovida por sus palabras, no supo qué contestarle y tan sólo contempló su pálida belleza reflejada en el espejo de plata que el agua había tejido con la seda de los sueños en el inmenso pantano que hay entre Villaviciosa y Villaharta.

En el corazón de estaño de la Luna, una cálida sensación empezaba a brotar  y comenzaba a llenar todo su ser. Deseó fuertemente encontrarse con aquella voz cálida y sanadora una vez más y sentir el alegre tintineo de sus palabras.

Luna no podía pisar el suelo  de los mortales, bajar a la tierra lo tenía prohibido por los antiguos dioses, así que, en secreto, tomó forma humana: se transformó, su figura era esbelta, de blanca piel, sus cabellos plateados brillaban y sus ojos eran de un gris azulado, profundos, sabios e intemporales. Bajó a la tierra y dejó el cielo vacío, aún sabiendo que la oscuridad sin fin lo llenaría todo hasta que al amanecer el rey sol despertara en el lejano horizonte.


Mañanas y tardes, días y noches, vagó la luna buscando a la voz de agua; durante el día se sentía desfallecer bajo los rayos del sol y se escondía temerosa de los hombres del día, que eran fieros y de miradas salvajes y se adueñaban de aquello que deseaban. Era el séptimo día de su búsqueda y temía  no encontrar a la voz de agua, pero sus pasos la llevaron a un bosque profundo y fresco, donde ni siquiera el arrogante sol conseguía disipar todas las sombras, allí se sintió cómoda y recuperó los ánimos. Entre la hojarasca y las raíces tiernas de chopos y sauces, cubierta con el manto frío de la niebla , se quedó dormida.  El sol se enteró que la luna había desistido de su deambular por  el cielo, fueron los hijos del día quienes le informaron que en  las últimas noches la  oscuridad sin fin era la princesa del reino celestial porque la luna había desaparecido. El rey sol, muy enfadado, comenzó a lanzar rayos a diestras y siniestras, lanzó centellas y meteoros, tantos  que hasta los dioses sintieron miedo y corrieron a esconderse a los oscuros túneles de las minas de Espiel. El sol ordenó que fuese buscada por todos los rincones de la tierra y que, cuando la encontraran, la ataran con una cuerda de nubes y de tormentas.   
Cuando la luna despertó adivinó que la furia del sol estaba cerca, escuchó los latigazos y  chasquidos de su ira, y la luna sintió miedo, miraba a un lado y a otro. Fue entonces cuando a su espalda escuchó una voz diciendo:
 - No está bien espiar.
La Luna, sobresaltada, se volvió y contuvo el aliento al encontrarse frente a frente con la voz de agua.
 - Yo no estaba espiando  -dijo la Luna- te estaba buscando.
 - ¿A mí?
 - Sí, para darte las gracias por tus palabras, fuiste amable y conmoviste mi espíritu dándome tranquilidad y sosiego. 
  - No hay qué agradecer, tan sólo decía la verdad. Incluso en forma humana sigues siendo tan bella como cuando, en lo alto del cielo, luces tu luz de plata y tu blanco de armiño.
La Luna sonrió, perdiéndose, por unos segundos, en aquella mirada verde que parecía beberse su ser. 

La voz de agua le contó que el orgulloso sol había decretado su búsqueda y que pretendía encontrarla para encerrarla en el foso de las sombras, que deseaba robarle su alma y así desposeerla de su luz. La luna se asustó, conocía que el astro sol era un déspota que no cesaba en sus empeños. La voz del agua, adivinando su pensamiento, le susurro que no debía temer, que ella conocía la forma para que no se sintiera sola y desprotegida en el oscuro cielo de la noche. Fue entonces cuando en la cara oculta de la luna brotaron lágrimas de estaño y azogue. La voz del agua comenzó a brotar de la tierra, a convertirse en fuentes y manantiales, fue así como nacieron las fuentes de San Rafael, La Lastra, Los Angelitos y la del Cura ,o,  La Lastrilla, El Cordel, Malos Pasos, La Boca del Infierno, La Salud… Todas emergieron para que la luna bebiera de sus aguas sanadoras y pudiera recobrar la alegría que el tirano sol quería arrebatarle.
- Ya es hora de volver, dijo la  luna,  debo cumplir con mi deber de ahuyentar la oscuridad sin fin.
- sí, es tu deber, para eso fuiste creada por la sabia madre naturaleza, -dijo la voz de agua- pero antes te haré un regalo, así nunca estarás sola y el altanero sol se nublara de envidia, podrás forjar una nueva estirpe de hombres
Sí, la de los sueños -replicó la luna-

La voz de agua susurró a la luna lo que debía hacer: lanzarse  al interior del mayor de los manantiales, dejarse mojar rodando en el agua hasta sentir como todos sus cráteres se llenan como ánforas de barro recién cocido, luego debía subir hasta lo más alto del oscuro cielo de la noche, gritar en silencio, cantar bajito cien nanas, bailar balanceándose en el horizonte de la tarde hasta el de la mañana y así esparcir el agua de los cráteres por el inmenso cielo, como si el agua fuese gotitas convertidas en semillas…esperar lo que se tarda en contar un cuento para comprobar como en la oscuridad germinan las semillas de agua y como de ellas brotan pizquitas de luz…como si el cielo oscuro se sembrara de luciérnagas bailarinas.  Así nacieron las estrellas, y la luna nunca volvió a estar sola y el sol quedó eclipsado por la belleza de la noche, los antiguos dioses al contemplar tanta hermosura quedaron mudos y no pudieron reprender la conducta de la luna.
La voz de agua quedó en la tierra, brotando en fuentes y manantiales, y de noche, cuando la luna resplandece rodeada de estrellas, luna y agua hablan en los sueños, inventan cuentos fantásticos, leyendas, fábulas e historias que hacen dormir a los niños y soñar a los que ya no lo son.

... Y colorín colorado este cuentecillo se ha acabado... y deseo que a niños y padres les haya gustado.
¡¡ Salud-2 !!
- (enero 2023)