martes, 16 de mayo de 2023

NUNCA DEJAS DE SORPRENDERME. (Me siento yo)

    Me es imposible pensar en Ti y no llevarme una sorpresa. Si te imagino tengo la sensación de que te estoy rezando.  Si pienso en Ti como Padre y Creador me asombro por tu infinito poder. Si te siento como mi protector dejo de entender tu sabiduría porque me siento importante para Ti. Si te pido, o te elevo oraciones y olores de incienso en forma de humo, me llevo el chasco de no sentirme escuchado, ni complacido, ni tan siquiera reconocido, pero sigo rezándote... por si acaso.

    ¡Dios... Que raro eres!

    Hay días -o momentos- en los que me dejo alcanzar por esas emociones que ponen coraje y animan el corazón y vuelven al alma inconformista y arisca, es entonces cuando dejo de creer, dejo de tenerte fe, de sentir tu mano sobre mi hombro y tu aliento en mi nuca. Es al pensar todo esto cuando caigo en la cuenta que vuelvo a estar rezándote. Sabes hacer que me sienta miserable para que mi miseria sea tu grandeza, hacerme sentirme mota de polvo al lado de una estrella y cómplice de tu creación.

    ¡Dios... Incluso cuando pienso que te odio te estoy rezando!

    Solo de vez en cuando, visito altares y sagrarios, o me siento tañer de campana o verso de San Juan de la Cruz.  A menudo me permito alzar en vuelo y en sueños, solo en los de madrugadas de soledad, soy capaz de sentir tu sombra desdibujada en alguna palabra, en algún pensamiento, en alguna emoción o haciéndose agua de sed. Admiro lo simple de tu simpleza frente a la complicación de mis pensamientos, entonces vuelvo sentirme importante y parte de Ti.

    ¡Dios... Te tengo una pleitesía que me gusta y a la vez me incomoda! 

    ¡Dios... Debe ser difícil -muy difícil- ser Dios!

                                                                                                  ¡Shalom!