martes, 16 de enero de 2024

DE DISPARATE EN DISPARATE.

    Desperté. 

    ¿Qué hago despierto si aún no me he dormido? Sentí un tiro en la sien, como si una bandada de grullas quisieran posarse todas en la misma rama. ¿Era locura o era el principio del sueño antes de hacerse pesadilla? No lo sé. Ahora ya no sé si estoy despierto o soñando, lo cierto es que mi corazón suena igual que las olas de un mar sin playa.

    Abro los ojos.

    La luz está apagada y solo el vuelo tenue sobre el techo de la sombra de las cortinas de la ventana llama mi atención. En ese momento las libélulas, que habitan en las lindes del alma, se hacen presente. Son un ejército de ángeles diminutos que se acercan y van transformando la oscuridad en luz nerviosa. Me quedo quieto, tan inmóvil como la libélula en la punta afilada del junco, a la espera de una nueva sensación, de una nueva derrota o de una triste esperanza. La luz, las luciérnagas, emprenden la huida al mismo sitio de donde vinieron y la libélula sólo era una imaginación, como otras tantas... Cierro los ojos para por dentro, vuelvo a sentir mis pulsos y a ser consciente de que al sueño me lo arrancaron las luciérnagas y se lo llevaron consigo. Ni tan siquiera la libélula se inmutó, ni salió en mi defensa. 

    Hay noches en las que es mejor permanecer dormido y no despertar por nada del mundo. Hay madrugadas en las que las sombras de las cortinas de la ventana se tornan laberinto de tela y huelen a mortaja. Me deprimo y no soy capaz de asomarme al borde de ningún olor y menos de ningún hedor, todo lo que rodea a mi oscuridad juega en mi contra, hasta las emociones, esas que tengo domesticadas desde niño y que van y vienen conmigo en mis bandazos de alma y en mis viajes astrales, incluso cuando me son tan infieles como la libélula. 

    Tengo que dejar de fumar... ¿Que digo?... ¡Si lo dejé hace más de diez años!... El tiempo, obsesión en otros tiempo que me entretuvo escribiendo en poemas imposibles, vuelve a traerme segundos de dudas y desencantos o algún recuerdo furtivo o prisionero en la jaula de los recuerdos: Hoy fui a renovar el carnet de conducir... solo me lo dieron válido para tres años. Me miré en los ojos de la médico que me hacía el reconocimiento y "me" dije: Gracias, muchas gracias, por ser valiente y ser sincero en las respuestas a las preguntas y, a ti doctora, gracias por ser tan buena profesional y aplicar las normas a rajatabla, tengo mucho que aprender de usted. En ese momento reprimí una lágrima y sumiso me dí cuenta de que me había puesto una etiqueta: “la de los medianamente capaces”.  

    Ahora compruebo que mi lugar es el de la libélula, estar parado, inmóvil, anclado, como pegado en la punta del junco observando al agua corre la vida, esperando la lengua pegajosa de una rana -o de un sapo-  que me lleve hasta el limo verde desde donde pone música a su espera.

  Y las luciérnagas huyeron, se marcharon resplandecientes, ignorándome y andan dibujando con su luz las orillas y las lindes  de mi alma.  Siempre pensé que nací marcado por el amor, era una suposición que me hace ser feliz, que me permite coleccionar momentos alegres y únicos. Algunas veces, cuando despierto, me reconozco porque imagino en mi antebrazo tatuada la rosa de los vientos, más abajo la rosa del desierto y en la palma de mi mano izquierda el pico de un ruiseñor. Vuelvo a soñar, a temer por mi vida que, detrás de su apariencia y vestida de aburrida cotidianidad, se esconde sigilosa y temerosa porque quiere, a toda costa, que nadie vea las lágrimas que me quedan por derramar. Siempre se llora por los demás o por algo o algún dolor... a mi me gusta llorar por mi. 

    A veces creo que es bueno apagar el sol, encerrarlo entre los paréntesis del silencio, echarle agua encima, agua y más agua hasta que las sirenas aprendan a cantar nanas. Si, creo que sí, que es bueno sentir que el sol se nos apaga y que el sueño vuelve a ser sueño.

    Lalo, déjame abrir los ojos. Necesito dejar de soñar.


                                                                         Por si me quieres decir algo mi E-mail: lalo@usagre.es